LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 – En Cuba, con una población de alrededor de 12 millones, de acuerdo a estadísticas oficiales existe un déficit de más de 600 mil viviendas. Otras fuentes indican que en realidad el déficit habitacional es de más de un millón de unidades.
Desde el pasado año el Estado liberó la venta de materiales de construcción y permitió, luego de décadas de incomprensible prohibición, que la población, con esfuerzo propio, paliara en alguna medida la carencia de casas, y tratara de detener el deterioro de las existentes. O sea, el gobierno nos dio permiso para arreglar nuestras casas.
Al principio, el suministro de materiales a los sitios de ventas estatales fue totalmente irregular; pero desde hace tres o cuatro meses, al parecer ha comenzado a estabilizarse.
Pero veamos los precios a que el Estado nos vende algunos materiales de construcción esenciales, todos de producción nacional: Una bolsa de cemento gris de 44 kilogramos, no utilizable para preparar hormigón, cuesta 112 pesos; una taza de inodoro -el tanque se vende por separado-, cuesta 650 pesos; un lavamanos -sin herrajes-, se vende por 450; y una losa esmaltada cuadrada, de 33 centímetros, cuesta 25 pesos.
A eso hay que agregarle el acarreo y la transportación de los materiales, que el comprador debe agenciarse por su cuenta -ya que el concepto de “entrega a domicilio” es desconocido en Cuba-, y el costo de la mano de obra para cualquier trabajo de reparación o construcción.
Con estos precios, se calcula que construir un pequeño baño puede costar entre 12 y 15 mil pesos. O sea, el equivalente a tres años de salario íntegro de un cubano, ya que el salario promedio mensual en la isla es de 408 pesos.
Pero el que parece llevarse el premio en cuanto a precios altos, es el cemento blanco, que hasta el momento solo se vende en moneda convertible. En las ferreterías que venden en esa moneda, las bolsitas de un kilogramo del producto se venden aproximadamente a 50 centavos de dólar, equivalentes a 10 pesos, en moneda nacional. Por lo tanto una bolsa de 44 kilogramos de ese cemento vale 440 pesos, es decir, más que el salario mensual promedio de los cubanos.
En Cuba, un médico especialista gana al mes 573 pesos y un máster en ciencias naturales gana 720. Al médico no le alcanza su sueldo mensual para comprar la bolsa de cemento blanco de 44 kilogramos y al master le alcanzaría para bolsa y media. Construir una modesta casa de seis piezas puede costar -sin incluir el terreno o espació- unos 150 mil pesos. O sea, 22 años de salario de nuestro médico especialista.
Es indispensable señalar además que, a diferencia del resto del mundo, en Cuba todo debe ser pagado en efectivo, ya que no existe mecanismo alguno de financiación o crédito. Cabe entonces preguntarse: ¿Cuándo, personas como nuestro médico y nuestro master en ciencias naturales -profesionales especializados que ganan un salario superior al promedio nacional- podrán construirse una casa?
El rumor echado a rodar, quizás para atenuar tantas quejas que se escuchan en muchas partes, es que el precio actual de los materiales de construcción es para la gente que tiene dinero; que más adelante –no se dice cuándo- esos precios bajarán de manera notable.
Fidel Castro declaró una vez a un periodista extranjero, que su salario de 750 pesos mensuales le alcanzaba para todas sus necesidades. Con eso no podría comprarse dos bolsitas de cemento blanco para reparar Punto Cero. Lo que gana su hermano, el actual gobernante nunca se ha dicho, pero al parecer la familia y sus allegados jamás han tenido que preocuparse por la compra de materiales de construcción para construir o reparar sus casas.
Parece que sus grandes mansiones las lograron con “la ayuda desinteresada de la Unión Soviética”, como se llamaba aquí a los cuantiosos subsidios con que la Unión Soviética mantenía a flote la dictadura cubana, hasta que se produjo la debacle del comunismo.