LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 –El anuncio de cada nuevo Decreto-Ley hace que los cubanos transiten sin escalas del júbilo y la esperanza, a la certeza de que la fuga es el único camino. No importa si se trata del derecho a comprar una vivienda, tener un pedazo de tierra en usufructo, o el simple y elemental derecho a viajar.
Las expectativas de mejoras económicas, políticas y sociales, si algún día se materializan, llegan a cuenta gotas y plagadas de innumerables traba. Nada es gratuito ni honesto dentro de la revolución. Las mascaradas aperturistas implementadas tratan de encubrir las exclusiones y prebendas que nacen desde el poder. Todo lo que se otorgue es a cambio de la incondicionalidad, o al menos de su simulación.
El Decreto-Ley No. 302, sobre nuevas medidas migratorias, no es la excepción. Sólo podrán salir del país las personas que no sean de interés ideológico y profesional para el país, y otros que no “afecten” con sus actos la permanencia de la revolución en el poder.
Es decir, choferes de almendrón, proxenetas, jineteras, sembradores de ajo y arroz, comerciantes de pizzas, arrendadores de viviendas, además de todo aquel que sin poseer un título profesional, tenga quien le pague el viaje y logre conseguir una visa. El resto de la ciudadanía no podrá viajar.
Entre los miles de cubanos que no podrán realizar el sueño de viajar, frustrado por más de medio siglo de prohibiciones, se encuentra un matrimonio de profesionales con quienes hablé, que prefirieron no revelar sus nombres, por miedo a perder sus trabajos.
La mujer, profesora en un centro de educación superior, piensa que los anunciados cambios en la política migratoria, salvo en el costo de los trámites y las demoras burocráticas, lo dejan todo igual para ella.
“El Estado sigue teniendo el control de quiénes pueden o no salir del país, y se beneficia al extender el permiso de estancia en el exterior a los elegibles para viajar, pues el monto de las remesas enviadas a la Isla será mayor”, piensa ella. “Además, -agregó- se quitan de arriba a miles de ciudadanos a los que no pueden dar empleo”.
“El pasaporte sustituyó a la tarjeta blanca. Si no te lo renuevan o lo conceden, de acuerdo con sus intereses, nada puedes hacer. Es un fraude esta nueva ley. Otra farsa, y un nuevo acto de violación”.
Su hijo (también profesional), por todas estas razones abandonó una misión en Venezuela y se encuentra en Panamá, y hace tres años no lo ha podido ver.
Por su parte, el esposo dice que ha sentido pena por los periodistas que aparecieron en la televisión, en la Mesa Redonda especial sobre el tema: “Se veían torpes como siempre, ajustados a un guion, con la orden de realzar o vender como un acto de buena voluntad, algo que constituye un derecho a nivel internacional”.
“Lo más interesante –agregó el hombre- es el cinismo con que aseguraron la voluntad de la revolución para garantizar una emigración segura y ordenada. Como si nadie se acordara del Mariel y de la crisis de los balseros, donde las autoridades autorizaron a que fueran al suicidio, huyendo en precarias embarcaciones, a decenas de miles de cubanos”.
El hombre, un cardiólogo, señaló que había cumplido dos misiones en el exterior, y no las abandonó, por no abandonar a su familia, que, sin embargo, ahora se encuentra dividida, desde que el hijo desertó en Venezuela.
“En Cuba es muy difícil ser médico, a no ser que trabajes en los tres o cuatro hospitales-vitrina, de interés promocional para el poder. Los demás, desde las estructuras materiales, la falta de insumos y los salarios, están al nivel de los peores de Haití”, concluyó.
Viajar, pero sin boleto de regreso, sigue siendo la verdadera solución en las mentes de la mayoría de los cubanos.