LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – Hace unos años, cuando laboraba en una entidad oficial, recibí la encomienda de realizar una compra de libros buenos, de los denominados best sellers, esos que en Cuba sólo se venden en dólares. Para ello dirigí mis pasos hacia World Service Press (WSP), organismo perteneciente a la Corporación CIMEX, dedicado a la venta mayorista de libros y revistas para algunas librerías exclusivas de la isla.
Cuando llegué al almacén para hacer mi selección, noté enseguida una hilera de libros que casi llegaba al techo. Junto a los ejemplares había un cartel: “No vender”. Me acerqué vi el título de los libros amontonados: No desperdiciemos también el siglo XXI, de Carlos Alberto Montaner, editado por Plaza & Janés.
El almacenero corrió hacia mí cuando se percató de que aquellos libros llamaban mi atención. Me dijo, algo nervioso, que se trataba de un escritor contrarrevolucionario, que los libros habían sido comprados por equivocación y que la dirección de la empresa no sabía qué hacer con ellos. El almacenero era militante del Partido Comunista.
Nunca supe cuál fue el destino de los libros de Montaner. Imagino que puedan haber terminado en la hoguera, o que su papel fuera aprovechado como materia prima para otras producciones. O quizás, en el mejor de los casos, que cautelosamente los propios dirigentes de la WSP hayan hurtado algunos ejemplares del libro, motivados por la perenne tentación de morder la manzana prohibida.
Lo realmente lamentable es que los lectores cubanos no puedan acceder al mensaje que seguramente contiene el ensayo de Montaner. Sería una buena alternativa, un poco de aire fresco, ante la homogeneidad de la literatura y la prensa oficialistas.
¿Qué le habrá pasado al comprador de CIMEX que gastó divisas para importar esos libros? Tal vez lo tronaron, como aquel funcionario que, según cuentan, en los años sesenta compró en Canadá un lote de barredoras de nieve.