LA HABANA, Cuba, julio de 2013, www.cubanet.org.- Cuando la enfermedad asalta a una familia cubana son muchos los que dependen del favor de algún vecino con carro que te lleve al hospital. Por otra parte, los paramédicos y enfermeros del Sistema Integral de Urgencias Médicas (SIUM) dependen del “agradecimiento” de sus pacientes para “resolver” un mejor almuerzo o unos pesos por encima del salario.
Juan López (ha pedido aparecer con seudónimo), para llevar a su padre al hospital, llamó al SIUM y estuvo tres horas y media esperando que llegara la ambulancia. La respuesta telefónica que dio el Centro Coordinador fue: Su caso es el primero de la lista pero no podemos resolverle.
“Al cabo de ese tiempo ya yo no daba más. Bajé a buscar a algún vecino con carro, alguna vía para poder sacarlo de ahí”, explica López. “El tiempo pasaba y la enfermedad iba evolucionando”.
Desde que se activa una emergencia médica, lo estipulado es un tiempo de rescate de 10 minutos. Un joven trabajador de SIUM ha pedido omitir su nombre para ofrecer su testimonio. Le llamaremos X.
Es licenciado en enfermería y cuenta que existe un sistema por clave, en comunicación con el Centro Coordinador Provincial de las calles 44 y 17, municipio Playa. La clave 1 significa estar en camino a la demanda. La clave 2 indica la llegada y eso es lo que debería estar entre los 10 minutos. De la 2 a la 3 se está trabajando con el paciente. La clave 4 es el camino al hospital. La 5 significa que ya se entregó el caso y se está listo para tomar otro.
“En realidad, nos pasamos hasta 12 horas en recoger a un paciente, pero es que son siete bases en toda La Habana y en ocasiones hay siete u ocho carros (ambulancias) nada más; otras veces 11 ó 12, para toda la provincia. Por ejemplo, la base de Plaza abarca también la demanda de los municipios Cerro, Centro Habana y Habana Vieja. Hay días, como hoy, que solo se trabaja con una sola ambulancia”.
La demora experimentada por la población es el resultado de una larga lista de la que se priorizan los casos más graves. Pero desde la posición del enfermero X el trabajo es continuo.
“Muchas veces, uno sale a las ocho de la mañana y son las tres de la tarde y no hemos almorzado. La gente ofrece un refresco, alguna merienda, incluso dinero. Otros no tienen nada que ofrecer. Algunos están molestos por la demora y protestan. Ocurre que se notifica un caso con fractura de cadera, pero a los 10 minutos aparece un caso con pérdida de conciencia y la fractura tiene esperar. Si luego aparece una cardiopatía, la fractura de cadera se va quedando rezagada”.
Son pocos los cubanos que poseen un auto; ni siquiera se puede decir que al menos un miembro de cada familia posee uno. El salario de un trabajador es tan escuálido que no alcanza para tomar un taxi hasta el hospital cuando se trata de urgencia médica.
Hay tres categorías de ambulancias, la intensiva, la intermedia y la básica. Pero X nos comenta que “es posible que una ambulancia de cuidados básicos llegue hasta un paciente grave y solo pueda verificar y llamar nuevamente al Centro Coordinador. Luego mandan una segunda ambulancia que tiene equipo de electro y un desfibrilador, pero no está equipada con ventilador artificial y al paciente hay que entubarlo”.
Mi cara de desconcierto le lleva a redondear: “Eso pasa”.
El enfermero X trabaja en una ambulancia de terapia intensiva, supuestamente diseñada para asistir los casos más graves de la ciudad. Pero por el déficit de carros, ha tenido que encargarse, incluso, de trasladar enfermos entre hospitales. “He llegado a trabajar con 14 ó 15 casos en un día, no solo de apoyo vital, sino también de lo que aparezca”.
Muchos edificios de La Habana, especialmente en la zona del centro, son de varias plantas, con escaleras muy estrechas. Después de un esfuerzo agotador, no hay tiempo de descansar, ni hay un café antes del siguiente llamado. Los del SIUM trabajan 24 horas. Se quejan de las condiciones de trabajo y del menú del almuerzo: “Muchas veces te puedes encontrar con una bandeja de harina con huevo hervido o revoltillo instantáneo, o sopa con arroz. Los Días del Enfermero aparece un pedacito de gordo de cerdo”.
Un licenciado en enfermería, del SIUM, trabajando 24 horas y descansando 48, gana entre 740 y 750 pesos mensuales en moneda nacional, equivalente a 30 dólares. “Son como 12 ó 13 guardias al mes. Hay que poner los pies en la tierra, uno tiene que comer y yo tengo una hija. Eso no alcanza para nada”.
Como muchos de sus colegas, X aspira a salir de misión médica (fuera del país) para mejorar su situación económica, pero para eso deberá primero dejar las ambulancias y trabajar como enfermero en cualquier hospital.
“El SIUM es mi vida, pero llega un curso de superación y no te pueden liberar por falta de personal. Se estanca uno y desgraciadamente el personal de Salud Pública si no se vuelve internacionalista no es nadie”.
El sistema también cumple una finalidad política
En la Base Nacional del SIUM, con sede en la calle Árbol Seco, del municipio Centro Habana, las cosas pintan diferente. Desde afuera se ve un parqueo con varias ambulancias más modernas. El primer impulso de la reportera es preguntar al personal médico que conversa en la puerta cuántos carros posee el Servicio Nacional y qué tipo de casos atiende. La respuesta de un médico es tajante: “Tienes que venir con un papel de la institución a la que perteneces, a la dirección de este centro, para recibir respuesta a esas preguntas”.
Le hago saber que la población se queja de la demora y la calidad del servicio. ‘’La población está muy mal educada. Esto no es un servicio de taxis”, responde.
Insisto, invocando el interés ciudadano en el asunto. La respuesta del médico es una mentira lanzada a la cara con cinismo: “No hay conflicto entre los intereses ciudadanos y los intereses del Estado”.
El SIUM nacional es el encargado de realizar los traslados institucionales entre provincias, pero fundamentalmente cubren eventos internacionales u otros encargos, como el 1 de Mayo o las Tribunas Antimperialistas. Se destinan al aeropuerto, al Palacio de las Convenciones. Al Parlamento y a toda actividad que tenga que ver directamente con el gobierno. Fueron los empleados de Cruz Roja cubana los que, en la visita a Cuba del anterior Papa, Benedicto XVI, tenían a mano las camillas destinadas a la población que pudiera “enfermar repentinamente”, como se pudo observar mundialmente, en la agresión de un camillero a un opositor pacífico.
Los trabajadores del SIUM provincial ven a los nacionales como “gente con poco contenido de trabajo y muy buena atención”. Pero también “filtrada ideológicamente”. Un paramédico del servicio provincial que también ha pedido anonimato explica que “hasta el chofer de la delegación nacional ha pasado cursos de capacitación política. Hay oficiales internos que son de la Seguridad del Estado”.
Las ambulancias del SIUM nacional sí están equipadas con todo lo necesario para enfrentar cualquier emergencia. Él mismo pidió ser parte de ese servicio porque “esa gente come bien” y no tiene los problemas del SIUM provincial. “Cuando el pueblo ve esas ambulancias cree estar viendo al SIUM, pero no es así. En esos carros todos los equipos funcionan”.