LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -Me he preguntado muchas veces por qué Gabriel García Márquez no vive en el país de su gran amigo Fidel Castro, quien le obsequió una espléndida residencia en Miramar, barriada de la antigua aristocracia habanera.
Para su residencia estable ha preferido Estados Unidos o México, donde fue espiado por los servicios secretos mexicanos desde 1967, según documentos desclasificados, acusado de ¨ agente de propaganda ¨ al servicio de Castro.
Hoy, mientras leo una vieja crónica suya, titulada El arte del desayuno, publicada en El Heraldo, de Barranquilla, el 15 de mayo de 1952, descubro al fin que Gabo admira a los norteamericanos y sobre todo su manera de vivir.
Además de reconocer en su crónica que ¨ el norteamericano es un pueblo que sabe muchas cosas, pero las sabe precisamente porque para aprenderlas debió aprender primero a desayunar ¨, asegura que el desayuno de los yanquis es tan nutritivo, que hace realmente fiero al león, comparado con esos pueblos que desayunan el cotidiano y aburrido café con leche, con rebanadas de pan con mantequilla o sólo una taza de café tinto.
Pero, ¿conoce el autor de Cien años de soledad cómo desayunamos desde hace mucho tiempo los cubanos? Mientras, su íntimo, el jefe del país, se alimenta, según dicen, con una saludable y costosísima dieta llegada de Italia, muchos niños y ancianos cubanos sencillamente no tienen nada para desayunar, a no ser un pedazo de pan viejo del día anterior y un vaso de agua donde se diluye una cucharadita de polvo con sabor a algo, que venden en pequeños sobres en las tiendas recaudadoras de divisas a veinte centavos de dólar.
Por si no lo sabe nuestro García Márquez, después de los siete años los niños en Cuba no tienen derecho a comprar leche.
Ni siquiera cuenta el cubano de a pie con una taza de café tinto, porque el sobre de café mezclado con chícharos que venden mensualmente por la libreta de racionamiento, no alcanza ni para siete coladas de borras, como llamamos al café aguachento.
Aún así, en la Revista Bohemia, la periodista Yamila Berdayés escribió el pasado 5 de julio sobre la imprescindible primera comida del día y explica que ¨… saltarse el desayuno está considerado fatal por los especialistas, ya que sus estudios demuestran que ello puede ocasionar reducción de la atención, la memoria y de la capacidad de aprendizaje, entre otras lamentables consecuencias. ¨
¿Será esa la razón por la cual muchos niños cubanos han tenido graves problemas para pasar de grado, según se comenta en la calle?
¿Sabe la colega de Bohemia que nuestros niños no pueden incluir en su desayuno carbohidratos y proteínas variados, como ella aconseja?
Quizás sea para no ver siempre y tan de cerca la miseria que ha traído su gran amigo a nuestro país, que García Márquez prefiere visitar de vez en cuando, pero vivir en otro lugar.