LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Encontrar paquetes de café marca Serrano, al precio de $ 3,45 CUC (algo más de $ 80 pesos en moneda nacional), en una shopping de la calle Monte, me llenó de alegría. Entonces no podía adivinar el problema que me traería.
El estruendo por la detonación de la cafetera fue la señal de que no tendría desayuno. El paquete de café molido que me vendieron por auténtico estaba adulterado, con una mezcla altamente explosiva y peligrosa. La cafetera quedó destruida. Aquella mezcla del no-café había sellado la salida y cubrió la cocina y parte de la meseta con una arenilla carmelita oscura.
Realmente es imposible beber el café que venden en las bodegas, en sobres de 4 pesos. La falta de café de primera calidad en las shoppings aumentó proporcionalmente con la mala calidad de ese café barato. Y al mismo tiempo aumentaba el bandidaje en tales establecimientos, donde ya resulta común que los artículos de aseo, alimentos y bebidas sean adulterados para estafar a los consumidores.
Esto sucede a diario con botellas de ron, latas de cervezas, de leche condensada, pomos de mayonesa, sobres de comino, frascos de champú, croquetas de masa explosiva, jamones mal curados, etc. He sido testigo de consumidores que han protestado con vehemencia en las shopping porque han abierto o probado los artículos alimenticios o de aseo en el instante en que lo compraron y cayeron en cuenta que el contenido estaba adulterado.
Todo se debe a la falta de un real control de calidad y también a la corrupción imperante. Por ejemplo, el paquete de café marca Serrano que yo compré era aparentemente auténtico. Estaba empacado al vacío en un envase especial para su conservación. Y ese tipo de envasado se hace con máquinas con una tecnología apropiada. Entonces, ¿cómo y dónde se produce la adulteración del producto?
Precisamente, hace dos fines de semana sesionó en La Habana la Asamblea Provincial del Poder Popular de La Habana. Entre los asuntos examinados, los delegados analizaron las múltiples quejas de la población acerca de los problemas que presentan los establecimientos que comercializan servicios gastronómicos en la capital.
Reporteros de la radio local dieron a conocer que unos 60 administradores fueron expulsados de sus puestos por la mala gestión y los robos en las unidades donde laboraban. ¿Pero nadie aclaró desde cuándo los pillos robaban, ni cuál era el grado de responsabilidad de quién los situó en una posición de administración?
Si pasaran esos establecimientos de servicios a manos de particulares, o de trabajadores asociados en cooperativas, entonces puede ser que hubiera un verdadero control administrativo y una gestión adecuada. ¿Evitaríamos así las explosiones matutinas de las cafeteras?