LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – La carrera por vender materiales de construcción a la ciudadanía, aún se encuentra en los bloques de arrancada. “Una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero”, dicen los cubanos en cuanto a la posibilidad de que lo prometido se realice.
El anuncio gubernamental de que fueron abiertos más de mil establecimientos en el país para la venta liberada de 386 productos diferentes, se encuentra paralizado en los almacenes.
Si bien se dio la orden de vender los materiales en 721 mercados industriales, y otros lugares destinados a tal efecto, el pueblo todavía aguarda porque se pongan a la venta.
La producción existe. Sólo en La Habana se producen 20 mil bloques diarios, de los que sólo trasladan un promedio de 6 mil, por dificultades con el transporte. El inventario de almacén de una empresa arrojó medio millón de bloques almacenados.
“El hormigón y cuantos materiales sean necesarios para construir con esfuerzo propio, están garantizados”, expresó un dirigente del Ministerio de la Construcción, que de seguro no vive o nunca ha visto, ni por dentro ni por fuera, un edificio inhabitable, ni conoce la convivencia en un albergue.
Pero quienes tienen una necesidad acumulada de medio siglo para rehabilitar o concluir sus viviendas, no pueden esperar a que tantos organismos se pongan de acuerdo. Los techos no tienen fecha fija para caerles en la cabeza.
La señora Luz Martínez declaró al periódico Granma hace una semana, que estuvo veintiún días cuidando la cola en un punto de venta de materiales del municipio Habana Vieja, para comprar arena. Igual tiempo o más para la gravilla. Y sólo está en el proceso de colocar la placa.
En el barrio San Leopoldo, Centro Habana, varios vecinos que sueñan con mirar una puesta de sol desde el balcón, sin caer en medio de la calle, viven al lado de un rastro, y aún esperan por los materiales.
Es verdad que José Manuel y Mailene consiguieron cuatro palos para apuntalar el techo del cuarto y el fregadero. Que acabaron con las aguas albañales que atravesaban el solar, y detuvieron, con más arte que materiales el derrumbe de la escalera
También es justo reconocer que de los 15 balcones que existen a lo largo de la calle San José, entre Belascoaín y Lealtad, tal vez cuatro puedan aguantar sin una reparación hasta el año que viene.
Al parecer, no todo está perdido. Los 386 renglones de materiales anunciados por el Ministerio de Construcción, y otras empresas, llegarán. Sólo hay que darle tiempo al tiempo.
Por ahora, si antes no mueren bajo un derrumbe o son enviados a un albergue, José Manuel y Mailene sólo necesitan cemento, ladrillo y arena para dormir con tranquilidad.