LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -A Chorus Line es uno de los musicales convertidos en clásicos del género por la crítica y el público. Aunque su reparto lo encabecen estrellas, el verdadero protagonismo lo desempeña el colectivo de actores. El mejor logro de la versión cinamatográfica es justamente el excelente muestrario de actuaciones que se engarzan para componer una obra de arte.
Precisamente pienso que esa estrategia de engarce es lo que le falta por aprender a la disidencia cubana. Padecemos de un síndrome de liderazgo. Por querer ser líderes, por la intención frívola de desempeñar un papel protagónico, dilapidamos los esfuerzos.
El objetivo es ser escuchados, convertidos en voces de un pueblo cansado de promesas y desestimulado por la misma realidad en que vivimos. Y ello es imposible si no convergemos en una fuerza de bloque identitario, en medio de una competencia desigual con el régimen, que cuenta a su favor con nuestras diferencias individuales, las que en lugar de ser una ventaja, se convierten en un obstáculo para llegar a la meta.
El ejemplo más reciente ocurre con las diversas opiniones que ha levantado la próxima visita de Benedicto XVI a Cuba. Según creo, casi llegan a una decena las cartas y declaraciones emitidas desde las filas de la oposición que no son reflejo de diversidad de criterios, sino más bien un muestrario de lo perjudicial que pueden ser los protagonismos para conseguir ser atendidos, ser escuchados y tenidos en cuenta.
Hasta ahora, una de esas cartas, al contar con siete centenares y algo más de firmas, se coloca a la cabeza de una fila de pliegos que dan a conocer los criterios de sus redactores y seguidores. Algo que me hace pensar en la ausencia de consenso entre nosotros mismos.
A pesar de haber obtenido una repercusión no desdeñable, algunos de los autodenominados líderes de la oposición han ignorado esta carta que firmamos Marta Beatriz Roque Cabello y siete centenares y medio de cubanos; la desconocen, y así desdeñan la oportunidad de alcanzar una meta por etapas, siendo la primera el ser tenidos en cuenta.
Habrá quien piense que una carta más o menos no obrará para que lo que se haya pactado entre el régimen y la jerarquía católica (en cuanto a la visita papal a la isla) sea dejado sin efecto. Pero no es menos cierto que al menos evidencia la existencia de una manera de pensar y de entender el evento próximo desde otro punto de vista que el gubernamental.
Es importante lograr una visibilidad de conjunto, que ofrezca mayor credibilidad y fortalezca al disenso, con un régimen que se caracteriza por utilizar la falsa unanimidad como garantía de una legitimidad conferida por la ciudadanía.
Eso podría lograrse de manera palpable al juntarnos para, con nuestras voces unidas, lograr proyectarnos como un haz, y sacar provecho del efecto múltiple de nuestros criterios.
En todos estos años hemos sido testigos de muchas piruetas ejecutadas por quienes, en el afán de protagonismo, han conducido los reclamos de la oposición hacia una especie de agujero negro que se los traga finalmente. El mayor error que cometieron fue el de traspasar la línea del coro. Una línea definida por los que en primera fila sacan el pecho y se arriesgan cueste lo que cueste.