LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -Por paradójico que parezca, 50 años en Cuba no hacen historia. Aquí los acontecimientos son tercos, quizás porque algunas personas inamovibles no pueden prescindir de ellos. Generación tras generación, transcurren los hechos que, de tanto repetirse, siempre son presente.
Probablemente cualquier joven de hoy no conozca la fecha en que se inició el “bloqueo yanqui”. Cuando esas palabras molestaban en su cerebro, se volteaba dentro de su madre para que la olita de la tibia agüita eliminara el estruendoso ruido exterior.
Gracias a la temprana repetición, pasaron al subconsciente y no quiere que las saquen de allí. Ha añorado tener juguetes, seguir tomando un poco de leche después de los 7 años, comer más de otra cosa, reponer los zapatos duros y rotos, no correr con mamá y papá para atrapar la guagua, ir de vacaciones a la playa, y, sobre todo, compartir una casa algo holgada, donde él y su hermana pudieran vivir con la atención de unos padres sosegados, sin molestar a los abuelos que acogieron a toda la familia en su pequeño apartamento, ahora carcomido y en peligro de derrumbe.
Quiso ser veterinario o técnico medio en agronomía, pero solo llegó una plaza porque esas profesiones no eran necesarias, y tuvo que estudiar electricidad. Ahora resulta que su primo sólo alcanzó pecuaria, porque se ha descubierto que hay que producir alimentos, pero él deseaba electrónica. En fin, que aspira a tener futuro, pues quienes causaron todas las penurias, insisten en que todo se resolverá yendo despacio… ¿Su hijo y el hijo de su hijo cuánto tendrán que esperar? Mejor huir hacia el Norte
Estados Unidos rompió las relaciones diplomáticas con Cuba el 3 de enero de 1961, bajo la presidencia de Dwight Eisenhower, y el embargo comercial fue decretado el 4 de febrero de 1962, bajo la administración de John F. Kennedy. Recién cumplió 50 años. Apenas es 3 años mayor que la revolución más prolongada que se conozca, tan novedosa que dura 53 años, y tan ingeniosa que está en proceso de actualización.
Aunque el gobierno cubano lo ha denominado bloqueo, aquel país solamente impuso un bloqueo marítimo, el 24 de octubre de 1962. Los barcos norteamericanos cercaron el archipiélago cubano para detener e inspeccionar los buques de la Unión Soviética, a fin de impedirles traer armas ofensivas. Constituyó parte de la llamada “crisis de octubre o de los cohetes”, originada por el emplazamiento de éstos, con probable carga nuclear, en territorio cubano, lo que colocó a la humanidad al borde de la tercera guerra mundial.
No obstante, el embargo comercial unilateral viola las leyes internacionales y no existe ningún precedente de alguno tan prolongado. Durante aproximadamente tres decenios, la “lucha contra el imperialismo yanqui” tuvo connotaciones de “patria o muerte”, y el embargo, denominado bloqueo por las autoridades cubanas, no se mencionaba.
Pero gracias al “Período Especial en Tiempos de Paz”, comenzado al perderse las cuantiosas subvenciones económicas de la Unión Soviética y los países afines del este de Europa, empezó la manía de culpar al bloqueo imperialista por todos los males acontecidos en Cuba.
A comienzos de la década de 1990, se promulgaron leyes en los Estados Unidos que reforzaron el embargo, como las denominadas Torricelli y Helms-Burton, lo que dio más fuelle a los dirigentes cubanos para culpar al enemigo externo de su incapacidad para administrar y desarrollar el país. Consciente de esa circunstancia, el presidente Bill Clinton anunció que vetaría esa última ley, pero desde La Habana le colocaron la pluma en la mano para su firma, al derribar dos avionetas donde fallecieron 4 personas.
Sin embargo, esas legislaciones conceden al presidente potestad discrecional, fundamentalmente en el marco humanitario y de contactos educacionales, culturales, científicos, académicos y religiosas. Eso posibilitó a George W. Bush autorizar la adquisición de alimentos y medicinas, luego de un desastre natural en Cuba, lo que convirtió a Estados Unidos en uno de los principales suministradores de productos alimenticios, y hasta llegó a ser el quinto socio comercial de bienes, en la década de 2000.
Esas compras han descendido, debido a la carencia de dinero por la parte cubana, que tiene que pagar al contado, y al logro de créditos en Brasil y China para ese fin.
Barack Obama eliminó, en 2009, las restricciones impuestas por su antecesor a los cubano-americanos para viajar y enviar remesas, en el marco de su política proactiva hacia el pueblo cubano. Estas medidas han sido muy beneficiosas para mitigar la miseria de gran parte de la población e impulsar a los trabajadores por cuenta propia, lo que los independiza económicamente del Estado totalitario, que había utilizado la dependencia del único empleador como mecanismo de sujeción política.
Esto, junto a los contactos familiares y el creciente flujo de especialistas, académicos, artistas, religiosos y otros, cubanos y norteamericanos, está teniendo repercusiones muy positivas en la sociedad isleña, donde el presidente norteamericano es altamente valorado.
Raúl Castro comenzó su mandato provisional expresando su disposición de sostener conversaciones abarcadoras con Estados Unidos, y reiterándolo al asumir su presidencia, el 24 de febrero de 2008, hace ya 4 años.
Sin embargo, probablemente la imposibilidad de lograr resultados adecuados a los grandes requerimientos de la crisis multifacética que destruye a Cuba, debido a las limitaciones, las dubitaciones y la lentitud de sus medidas económicas, han llevado a echar mano del bloqueo y reimpulsar la confrontación para procurar justificaciones.
Pero casi ningún cubano presta atención, y también el cuento del bloqueo ha caído en el gran saco roto de la incredulidad popular.
¿Qué queda del embargo-bloqueo? Su parte nociva al progreso del pueblo cubano y el avance de la normalización de los vínculos entre Cuba y Estados Unidos. Es una pena que del lado de allá del Estrecho de la Florida no hayan acogido las recomendaciones de Nixon para eliminarlo, quien sí comprendió, con el paso del tiempo, y con su experiencia en la apertura a China, que ha sido contraproducente para contribuir a la democratización de Cuba.