LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -El insigne pelotero José Ariel Contreras regresó a Cuba para visitar a su familia, y en particular a su madre que se recupera de la amputación de una extremidad operada, en el hospital Salvador Allende de La Habana. El Titán fue el sobrenombre adjudicado por Fidel Castro para comparar sus proezas con las de Antonio Maceo, conocido como el Titán de Bronce, cuando lo recibió al regresar de Estados Unidos en marzo de 1999 de un juego en que propinó 10 ponches sin permitir carreras a los Orioles de Boston, en el primer torneo de un club cubano con un equipo de las Grandes Ligas desde hacía muchos años.
Sin embargo, al abandonar la Selección Nacional en Monterrey, México, en 2002, a fin de procurarse un futuro mejor en las Grandes Ligas -donde triunfó-, el Titán fue declarado traidor, pero siempre donde haya estado ha proclamado su cubanía, al igual que las decenas de deportistas nacionales que se han visto obligados a marcharse del país, en ocasiones con peligro para sus vidas. Como prueba de ello, al iniciarse en Estados Unidos con los Yankees de Nueva York, en el contrato donde recibió 32 millones de dólares por cuatro temporadas, reclamó una cláusula que establece que “contra Cuba no jugaría”, según manifestó a la prensa durante en su actual viaje a Cuba. Durante las 10 temporadas en que ha participado en las Grandes Ligas se estima que ha recibió 67,5 millones de dólares, con relevantes actuaciones, además de los Yankees, con los Medias Blancas de Chicago, los Rocky de Colorado, y los Philies de Filadelfia.
Durante su estancia en Cuba fue aclamado por los cubanos que lo encontraron a su paso. Asi ocurrió en la Peña Deportiva del Parque Central en la Habana Vieja, donde los fanáticos le dispensaron inmensas muestras de cariño. Mayor aun fue su encuentro con los habitantes y fanáticos de la ciudad de Pinar del Río, y como un hijo muy querido por los vecinos de su pequeño poblado natal Las Martinas, en el extremo occidental de Cuba. Asimismo Contreras compartió alegrías y experiencias con sus antiguos compañeros del equipo provincial de Pinar del Río, como Pedro Luís Lazo. “Siento un poquito de nostalgia, es duro pasar diez años sin ver a mi hermano, pero es bueno que haya podido venir y estoy disfrutando este momento”, señaló José Ariel.
La visita de este gran deportista coincide con un momento de declive de la pelota cubana, al caer notablemente su calidad, entre otras cosas por la falta de competencia con equipos de alto nivel, junto con la política de declarar traidores a todos los deportistas que hayan deseado probar suerte en las Grandes Ligas, u otros escenarios deportivos en el exterior para, lógicamente, alcanzar reconocimiento y mejorar sus niveles a tenor del talento y el esfuerzo, algo que en cualquier parte del mundo (menos en la esquizofrénica Cuba actual) resulta no solo comprensible, sino hasta deseable, resaltándose los triunfos deportivos de los connacionales en otras tierras con orgullo. Por supuesto, la penosa situación del beisbol y la mayoría de los deportes es, ante todo, consecuencia de la perenne crisis general existente en Cuba, unida a políticas oficiales dirigidas a dividir a los cubanos, sembrar el odio y enarbolar consignas de disyuntivas absurdas y tremendistas, como “patria o muerte”.
Ahora casi todos los equipos que participarán en el Tercer Clásico Mundial, a celebrarse en marzo, están integrados por jugadores de práctica nacional, pero también internacional, incluidos estrellas de las Ligas Mayores, como Miguel Cabrera, orgulloso de defender el pabellón venezolano. Esto se aprecia en otros deportes, como básquetbol y futbol, de manera que las estrellas se unen orgullosamente a defender su bandera, como hacen hasta los jugadores chinos de la NBA. En el próximo Clásico se dará la irónica situación de que cubanos integrarán teams de España y Brasil.
El equipo de Cuba está formado. No caben dudas de que nuestros jóvenes peloteros harán su mayor esfuerzo por hacer un buen papel, a pesar de las difíciles condiciones que afrontarán. No obstante, si no ocurre un milagro, es posible que no sobrepasen ni la primera etapa del torneo. Un paso importante en el mejoramiento del deporte cubano en general sería que todos los cubanos independientemente de donde compitan y residan, puedan integrarse en los equipos, de manera que se rescaten nuestras glorias pasadas. Como manifestó José Ariel Contreras: “Y ese es mi sueño, tener la oportunidad de jugar por Cuba antes de retirarme. Pasa lo mismo con el resto de los peloteros que vivimos fuera. Pero no depende de uno…”. Unas palabras nobles y sencillas, que contienen la solución para que el deporte cubano avance y se haga justicia a sus notables exponentes.