LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Antes de la revolución, Cuba implantó records de producción en la agricultura y la ganadería. Resaltan, entre otros índices, los más de 7 millones de toneladas de azúcar producidos (en tan solo 3 meses) durante la zafra 1952-53, y los 5,3 millones de cabezas de vacunos que pastaban en nuestros campos, en correspondencia con los 6 millones de habitantes que tenía la isla.
Tales ejemplos muestran la capacidad de autoabastecimiento alimentario que logró en aquella época nuestro país, gracias a la economía de mercado y al respeto a la propiedad privada.
Al analizar lo que ha ocurrido durante la era castrista, la realidad es muy diferente. Recientemente, el general presidente Raúl Castro expuso, en la reunión de su consejo ministerial ampliado, que éste año la economía cubana tuvo que desembolsar cerca de 1700 millones de dólares para la compra de alimentos, y que probablemente en 2013 haya que destinar 2000 millones más, a causa de que la agricultura nacional no es capaz de abastecer la demanda interna.
Dichas declaraciones exacerban los ánimos de Emilio y Juan, agricultores cuentapropistas de los municipios matanceros de Calimete, Amarillas y Aguada de Pasajeros, en Cienfuegos. Ellos afirman que: “El socialismo es la plaga que más afecta a la agricultura cubana”
Detallan –a partir de experiencias propias- que en los años del periodo especial, en la zona de la Ciénaga de Zapata se inauguró un plan arrocero conocido como “El Plan Fidel”. Pero como su nombre vaticinaba, concluyó siendo un rotundo fracaso, y la administración estatal lo abandonó. Incluso, no se tomaron medidas para preservar su infraestructura, así que ésta fue saqueada por los damnificados del ciclón Mitchell.
El actual gobierno de Raúl Castro aplicó la solución de arrendar terrenos baldíos, en usufructo, a los agricultores dispuestos a cultivarlos. Y en los años siguientes se reportaron inimaginables superproducciones de arroz en la zona. Sin embargo, la indolencia estatal ha provocado las pérdidas de cientos y cientos de toneladas, según expresan los consultados.
Enumeran que en el año 2010, se produjo una saturación arrocera que requirió el auxilio de unas máquinas cosechadoras adquiridas por el estado cubano en Brasil. Estos equipos estaban dando apoyo al plan arrocero del Sur del Jíbaro, en la provincia de Sancti-Spiritus, pero regresaron tarde y averiados, lo que provocó que se perdiera gran parte de la cosecha.
En 2011, se produjo otra superproducción, que fue cosechada a tiempo, pero el secadero de Aguada de Pasajeros, conocido por “Paquita”, no tenía capacidad de almacenaje. Así que un alto por ciento de la producción se echó a perder esperando en las carretas.
También en el presente año se propagaron plagas de “chinchas” y del llamado “carbón del arroz”, por la falta de insumos para combatirlas, ocasionando que se malograran innumerables caballerías ya sembradas.
Las aseguradoras sólo indemnizan las afectaciones causadas por fenómenos naturales, y el Estado no les brinda a los campesinos facilidades para adquirir abonos, fertilizantes, plaguicidas y combustibles, insumos que tienen que ser comprados a través de la bolsa negra. Emilio y Juan calculan que las pérdidas anuales de cada uno de los agricultores superan los 2000 dólares; una cifra astronómica en el contexto cubano. Pero a pesar de ello, el gobierno los obliga a pagar los impuestos a la oficina tributaria (ONAT), y a pagar por un seguro, más una contribución conocida como “Cultural”, supuestamente para reparar los caminos, las carreteras y cubrir los gastos de las festividades del arroz. También están precisados a pagarle a cada trabajador contratado el monto de 4 dólares por cada cordel (576 m2) sembrado.
“No hay bolsillo que aguante, compadre”, concluyen Juan y Emilio.