LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -El recién finalizado torneo internacional de boxeo “Giraldo Córdova Cardín”, celebrado en la habanera sala Kid Chocolate, fue una muestra de la escasa popularidad con que cuenta actualmente ese deporte en la isla. Los que asistieron a la sede del evento, así como quienes presenciaron algunas de las carteleras ofrecidas por la televisión, pudieron contemplar las gradas vacías, a pesar de que se presentaron los mejores pugilistas del país y delegaciones de varios países.
Semejante apatía contrasta con lo que sucedía en décadas anteriores, cuando boxeadores de la talla de Félix Betancourt, Chocolatico Pérez, Rolando Garbey, Enrique Regueiferos, Adolfo Horta, Teófilo Stevenson y Félix Savón, por solo nombrar a algunos, hacían que los coliseos se abarrotaran de aficionados que disfrutaban de un gran espectáculo. Punto culminante de este delirio lo constituyó el Primer Campeonato Mundial de Boxeo Amateur, escenificado en La Habana en 1974. Tampoco hay que olvidar que este deporte, junto con el béisbol, eran dos de las grandes pasiones de los cubanos antes de 1959.
Justo es consignar que esta lamentable situación que exhibe el pugilismo cubano forma parte de la crisis que afronta el boxeo amateur a nivel mundial. Varias son las causas que la han provocado. Una de ellas es el uso del protector de cabeza por parte de los contendientes, lo cual protege a los peleadores, pero casi ha eliminado el espectáculo. Es criterio generalizado entre los entendidos en este deporte, que el referido protector ha disminuido a la mínima expresión el nocaut; y el nocaut en el boxeo es como el gol en el fútbol o el jonrón en el béisbol. Por otra parte, el hecho de que los entrenadores vayan conociendo, a medida que se desarrollan los asaltos, cómo marcha la puntuación de las peleas, también suele restarles brillo a los combates. Casi siempre el púgil que marcha delante en las tarjetas de los jueces se dedica a bailar por el cuadrilátero y apenas le ofrece combate a su rival.
En el caso cubano, a todo lo anterior, hay que agregar otros elementos. Uno es la amistad que existe entre la mayoría de los boxeadores que escenifican los combates programados en la isla. Se pasan casi todo el tiempo entrenando juntos, como parte de la preselección nacional que se prepara para los eventos internacionales, y eso conduce a que efectúen combates deslucidos, pues apenas se propinan golpes de importancia. Nuestros aficionados, de igual forma, echan de menos la presencia de buenos pugilistas extranjeros que les brinden emoción a los torneos internacionales que tienen a Cuba por sede. Ahora mismo, en el último Córdova Cardín, ninguno de los participantes foráneos pudo discutir las medallas de oro. En consecuencia, el cartel final del certamen transcurrió como otra aburrida cartelera entre peleadores cubanos. Y, por supuesto, también desilusiona a aficionados, técnicos y especialistas el continuo éxodo de las principales figuras del boxeo cubano, sobre todo si, a diferencia de lo que sucede en otras naciones con los deportistas que pasan al profesionalismo, muy poco se sabrá de ellos en lo adelante, ya que la prensa oficialista sumerge en el olvido a los boxeadores y otros atletas que deciden probar fortuna más allá de nuestras fronteras.
Claro que la merma de la popularidad del boxeo resulta muy preocupante para las autoridades deportivas de la isla. Ello podría ocasionar que disminuya la cantidad de jóvenes que se inclinen hacia la práctica de este deporte, con la afectación, a mediano y largo plazo, del desempeño cubano en olimpiadas y otros eventos Por lo pronto, la próxima cita olímpica de Londres constituye una prueba de fuego para los pugilistas de la isla. El reto principal es eliminar la mala imagen de Peking 2008, cuando, inesperadamente, no obtuvieron ninguna medalla de oro.