MIAMI, Florida, noviembre, www.cubanet.org -Cumplimentando la visita que la destacada y reconocida organización de carácter internacional Solidaridad Cristiana Mundial (CSW por sus siglas en inglés) hiciera al pastor bautista Mario Félix Lleonart Barroso, y a mí, durante el mes de septiembre, hemos formulado un documento que enumera 30 preguntas fundamentales -publicadas en la página de dicha Organización y en el Blog CubanoConfesante -, dirigidas al régimen en Cuba, y que cuestionan la libertad de religión de la que trata de presumir en los últimos años.
El Régimen cubano no reconoce aun el considerable número de encarcelados e internados en campos de concentración conocidos como Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), a las cuales fueron trasladados cientos de líderes religiosos y creyentes de todas las denominaciones y grupos cristianos. Un Régimen que se presentó desde sus primeras tres décadas de existencia como “ateo”. Negó empleos y estudios a personas creyentes estigmatizándolas bajo el grotesco título de no confiables. Cerró templos y quemó Biblias. Humilló y persiguió al cristianismo y a sus adeptos solo por sustentar una ideología diferente a la del Castro-Comunismo.
De ahí la pregunta directa y concisa: ¿Por qué ni siquiera ha pedido perdón por los encarcelados, por los internados en campos de concentración UMAP, o incluso asesinados por sustentar ideologías diferentes?
El régimen cubano varió el carácter de su sistema de gobierno en el año 1992, en que pasó a ser de ateo a laico. Pero también desde entonces varió su forma de persecución, represión e intromisión en los asuntos eclesiales: de forma directa y abierta (antes de 1992); a encubierta y peligrosamente sutil (después de 1992). Un ejemplo reciente lo constituyen las numerosas detenciones y retenciones a creyentes y opositores durante la visita del Papa Benedicto XVI a la Isla.
Represión que lamentablemente no ha tenido resonancia en las instancias del poder católico con sede en el Vaticano Roma. De esta ola represiva fuimos víctimas mi esposo el Rev. Mario Félix Lleonart y yo, recluidos, vigilados, rodeados por agentes de la Seguridad del Estado en la casa de unos pastores amigos que residían en el municipio de Alamar, en la Ciudad de La Habana.
Pero el precio más alto de la represión desatada durante la visita papal a Cuba en el año 2012 recayó sobre el matrimonio de Sonia Garro y Ramón Alejandro Muñoz, aun encarcelados, y a los cuales el régimen cubano pide largas condenas judiciales.
De ahí nuestra pregunta: ¿Por qué no ha rendido cuentas por la ola represiva que tuvo lugar durante la visita del Papa Benedicto XVI, en la que centenares de personas fueron detenidas arbitrariamente o amenazadas?
¿Podrá el régimen de Cuba responder verazmente estas dos interrogantes? De alguna manera serán Dios y la Historia implacable quienes las contesten.