LA HABANA, Cuba, junio, 173.203.82.38 -Un chiste cubano cuenta que un investigador del polo científico tenía un hijo con problemas de alcoholismo y quiso mostrarle, mediante un experimento sencillo, su acción perjudicial sobre el organismo: Tomó dos recipientes, uno con agua y el otro con ron, y depositó en ellos dos bacterias. Le pidió que observara los resultados. La bacteria en el vaso de agua nadó libremente y feliz, mientras la echada en alcohol pereció de manera rápida.
¿Viste…? preguntó el padre, ¿Qué deduces…? A lo que el hijo contestó: Que el alcohol nos libra de las bacterias.
Pero esta hipótesis no se cumplió en el solar El Reverbero, enclavado en la calle 27, entre 52 y 54, reparto Buena Vista, municipio Playa, pues, hace menos de dos semanas, muchos borrachos de la zona se enfermaron con vómitos y diarreas, producto del agua añadida al ron de pipa que se vende en la bodega estatal de esa circunscripción.
Es bien conocido que al ron de la bodega, los empleados le añaden agua para obtener ganancias. Pero con los brotes recientes de cólera y otras afecciones estomacales, el tratamiento del H2O utilizado en los productos alimenticios se ha convertido en un asunto de importancia vital.
La engañifa de adulterar el ron con agua es ahora una acción más vigilada por los borrachos de los barrios que por los propios inspectores de comercio. Cada vez que el camión cisterna de la Empresa Municipal de Bebidas y Licores se parquea y abastece, los borrachos se apostan frente a los puntos de ventas, para monitorear qué sucede después que se marcha la pipa.
Dicen que sobreviene un periodo de calma en la bodega, donde cierran puertas y ventanas, para que nadie sepa lo que pasa dentro, solo ellos. Así que a los bebedores sólo les queda imaginar el número de cubos de agua que tendrán que beber para poder emborracharse.
Pero, al parecer, el agua de Buena Vista estaba mala ese día, o “fermentada”, un apelativo utilizado por Yoan, uno de los damnificados, quien se considera desde muy joven un “bebedor fuerte”, de chispa de tren, de ron de pipa y de cualquier otra metralla. Yoan alega que esta vez a los bodegueros la medida del agua se le fue de la mano, porque los vómitos y las diarreas duraron todo el sábado, el domingo y parte del lunes, cuando al fin fueron controlados en el policlínico, por el turno de la doctora Esperanza, que recetó tabletas de Gravinol y Metoclopramida cada ocho horas, también aconsejó hervir el agua y, sobre todo, no beber más el ron causante del contagio, donde las bacterias sobrevivieron felizmente dentro de una sustancia tan agresiva como es el ron de pipa.