LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – La sociedad civil se compone de diversos elementos, entre ellos los partidos políticos y las ONGs; cada cual con sus proyectos y acciones bien delimitados.
Los movimientos de carácter político agrupan a ciudadanos con la pretensión de lograr determinados propósitos socio-políticos, cuya implementación involucrará a todos los ciudadanos de un país. Siempre tienen como objetivo su ascenso al poder.
A diferencia de los anteriores, las organizaciones no gubernamentales, y otras asociaciones no lucrativas; agrupan a ciudadanos que, de forma voluntaria, realizan ciertas funciones de interés comunitario, en esferas no priorizadas por los gobiernos, y sin interés en lograr poder político.
Desde que Fidel Castro llegó al poder, su objetivo ha sido absorber las funciones inherentes a la sociedad civil; monopolizada por la trilogía: Partido, Estado, Revolución. Las organizaciones educativas, culturales y humanitarias independientes fueron abolidas. A partir de ahí se creó una extraña amalgama, en la cual se mezclaba lo político con las otras esferas de la vida social. Lo más significativo es que esto llegó a convertirse en el patrón por el cual, nacionales y extranjeros valoraron a la sociedad civil.
Cuando un grupo de ex militantes del Partido Comunista, al cual se sumaron otras personas de izquierda; fundaron en 1976 el Comité Cubano Pro derechos Humanos, el régimen castrista afirmó que eran “asalariados del imperialismo”. De esta forma, una organización cuyo objetivo era defender los derechos de los ciudadanos, fue demonizada como un “instrumento político de un gobierno extranjero”.
A partir de entonces, comenzaron a surgir nuevas agrupaciones, la mayor parte de ellas destinadas a promover el respeto a los derechos humanos. No obstante, todas nacieron con el estigma de ser “disidentes”. Pero, lo más significativo es que esta denominación fue aceptada y adoptada por los propios involucrados; las agencias de prensa extranjeras, y por distintas ONGs que pretendían ayudar a la formación de una sociedad civil.
Por otra parte, los cubanos que se asociaban a ellas contribuían a mantener latente esta confusión; los partidos políticos se involucraban en asuntos concernientes al movimiento sindical y los derechos humanos; en tanto, las organizaciones de derechos humanos se involucraban en actos políticos; de forma tal, que no existía la forma de diferenciar a los unos de los otros.
Esta situación ha sido aprovechada por el gobierno, divulgando informaciones en las cuales periodistas, blogueros y bibliotecarios independientes, son echados en el mismo saco que contiene a los opositores, todos confluyendo en el edificio de la Oficina de Intereses de Estados Unidos (SINA).
Para que las emergentes ONGs cubanas puedan contar con el crédito necesario, tanto en el exterior como en el interior, se requiere de un urgente deslinde de las actividades de cada cual.