LA HABANA, Cuba, agosto (173.203.82.38) – Dentro de pocos años en Cuba habrá que masificar la importación de sillas de ruedas, bastones, muletas, prótesis dentales, entre otros productos y servicios, imprescindibles para soportar con dignidad los achaques de la vejez.
No es ninguna broma; simplemente hay que fijarse en la deprimida tasa de natalidad por un lado, y el aumento de la expectativa de vida por el otro, según reflejan los medios oficiales.
De acuerdo a informaciones vertidas en uno de los eventos por el Día Mundial de la Población, celebrado recientemente en Cuba, en La Habana mueren 12 personas más de las que nacen.
Debido al alto grado de abstinencia de las mujeres, en cuanto a la decisión de traer al mundo hijos, un ginecólogo amigo suele decir que en Cuba existe una huelga de úteros. Más que una ingeniosa ilustración, la frase sintetiza un drama de amargas consecuencias para el futuro del país, y evidencia las dimensiones de una crisis socioeconómica interna, a menudo subvalorada por el gobierno.
Entre la renuncia a procrear, el aumento de la esperanza de vida y la emigración hacia otros países, el asunto se torna preocupante. “Me he hecho siete abortos. Parir con esta situación no es fácil”, expresó Margarita Peñate, joven oficinista de 33 años que vive en un cuarto de 8 x 6 metros con barbacoa (entresuelo) de madera, junto a su marido, madre, padre, abuelos maternos y un tío.
“Quisiera tener al menos un hijo, pero no así. Traerlo a este mundo sería una pesadilla. Para que tengas una idea de mi calvario, te digo que hace más de tres años aquí no entra el agua. La traemos en cubos desde la otra cuadra. Además, ¿tú crees que con los 10 dólares que recibo como salario al mes, aparte de los 20 que gana mi marido, puedo darme el lujo de criar un hijo?” –explicó Margarita.
Las dificultades para optar por un puesto laboral con mejor salario, obtener una vivienda adecuada y tener la garantía de servicios vitales, como el suministro de agua, son algunos de los motivos que explican la resistencia de las mujeres a parir.
“Eso de que los viejos ahora duramos más, es relativo. Desde los años 90 del siglo pasado hemos ido en retroceso. Garantizar una vejez saludable con tantos problemas económicos y sociales, es absurdo. El asunto no es cuántos años vivimos, sino en qué condiciones” -enfatizó Mariano Ruiz, jubilado de 74 años que revende dulces sin licencia, y único morador de un destartalado inmueble construido en 1910.
A lo anterior, debemos añadir un dato que refuerza la tesis de quienes dudan que el la crisis demográfica pueda superarse: en los últimos 6 años, más de150 mil cubanos han abandonado el país.