LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -En su edición del día 21 de diciembre el diario digital Cubanet nos entregó el artículo titulado “Claroscuros cubanos”, bajo la firma de los destacados líderes opositores y ex prisioneros políticos René Gómez Manzano y Félix Antonio Bonné Carcasés, en el cual al incursionar en particularidades históricas y actuales de la problemática racial incurren en algunas incongruencias históricas, además de cuestionar la ejecutoria de una joven y prestigiosa institución de la sociedad civil independiente. El mencionado texto me obliga a realizar algunas aclaraciones.
Los autores inician sus valoraciones repitiendo el manido argumento de que las guerras de independencia acercaron y hermanaron a los cubanos de todas las razas y hacen referencia a los generales negros del ejército libertador. Los autores recuerdan que: “Como expresó con elocuencia José Martí, combatiendo por Cuba volaron juntas hacia el cielo las almas de los blancos y de los negros.”
Yo no sé cómo les habrá ido a las almas por el cielo, pero en la realidad terrenal este periodo de nuestra historia distó mucho de ser lo que refleja la poética frase, puesto que en aquel contexto, junto a la reafirmación del protagonismo afrodescendiente, se manifestó de manera repetida y elocuente el racismo visceral no solo de los ricos hacendados occidentales, sino de importantes próceres independentistas.
La historia marca con huella indeleble además el patrón de la diferencia y la desventaja, cuando los caudillos y hacendados blancos nacieron a la guerra como generales, rango que por cierto no todos pudieron hacer valer en el campo de batalla, mientras los combatientes negros y mestizos ganaron sus glorias e investiduras grado a grado, herida a herida.
El supremacismo racista y machista que ha caracterizado a nuestra nación ha trascendido los tiempos y los discursos ideológicos y se ha manifestado de forma análoga en la manigua redentora, en la república de progresistas constituciones o en la auto titulada revolución de los humildes.
Baste señalar que medio siglo de poder no le alcanza a los gobernantes cubanos para reconocer a José Antonio Aponte como el verdadero precursor de la independencia de Cuba y América, mientras se prodigan los más altos honores al matrimonio Teurbe Tolón, creadores de la hoy bandera nacional, a pesar de sus posiciones abiertamente anexionistas.
Al abordar el complejo tema de las relaciones interraciales en la república y los sucesos alrededor de la existencia y masacre del Partido Independiente de Color (PIC) los autores hacen gala de profundo desconocimiento de la esencia y los detalles de episodios trascendentales de nuestra historia.
En cuanto al PIC los autores afirman. “A la luz de esa verdad, la táctica de crear un movimiento integrado por negros y mulatos, y centrado en las reivindicaciones que éstos pudieran tener en tanto que tales, sólo puede ser calificada como torpe y obtusa, y constituye una enseñanza que debe ser tomada en cuenta para que no sea repetida”
Un siglo después del genocidio de miembros del PIC y ciudadanos inocentes los autores no se han enterado que el PIC contaba en sus filas con cubanos de todos los colores de piel y que su programa político incluía demandas y propuestas para todos los cubanos sin distinción. Desconocen los autores que ese programa político del PIC es reconocido por ser el más progresista de su época y contentivo de muchas reivindicaciones expuestas tres décadas antes de la Constitución del 40 y cuatro del llamado programa del Moncada.
El gobierno cubano se abstiene de reconocer y difundir la propuesta política del PIC porque estaría obligado a admitir que cuarenta años antes que Fidel Castro los Independientes de Color señalaron los principales problemas sociales del país, además de poner atención a las desventajas e injusticias que sufrían los afrodescendientes, tema del cual el máximo líder no dice una palabra en su alegato “La Historia me absolverá”.
Más adelante al hacer la valoración de los errores e incongruencias del gobierno revolucionario en su proyección hacia los afrodescendientes los autores llegan al colmo de afirmar: “No creemos que esto se deba a una política deliberada de la dirigencia castrista.” Es posible que mis estimados colegas piensen que el despojo sistemático de derechos y propiedades, tantos fusilamientos y el envío de cubanos a morir en guerras lejanas y ajenas tampoco se deba a una política deliberada.
De tal criterio podemos discernir que de buenas intenciones está empedrado el camino de la injusticia y que, sin querer, los hermanos Castro y compañía han profundizado tanto las desventajas y e injusticias que sufren los afrodescendientes al punto de reconocer ellos mismos que la situación actual en este tema constituye una vergüenza para la nación cubana.
Fue sorprendente leer en el texto: …“Hace unas semanas leíamos, en la prensa independiente, una información sobre un destacado afrodescendiente que tenía en su casa los retratos de varios luchadores independentistas, todos ellos de tez oscura. Y lo que es más: ese hermano de luchas expresó de manera pública que esta última circunstancia no era fortuita, sino que los había escogido precisamente por el color de su piel”
Los autores emulan una vez más con los voceros del régimen cuando personalizan un fenómeno institucional y se refieren a los activistas antirracistas sin atreverse a mencionar sus nombres. Deben enterarse que se refieren al proyecto cultural “Salón de Negras y Negros ilustres de Cuba” cuya primera muestra fue inaugurada con resonancia mediática global el 7 de agosto de 2009 en la sede del Comité Ciudadanos por la Integración Racial CIR, para más señas el domicilio de Juan Antonio Madrazo, coordinador nacional de la mencionada organización, como un modesto aporte al reconocimiento y justa valoración de las ejecutorias de importantes personajes de la política, el arte, el deporte o la religión, sin distinción de época o filiación político-ideológica.
La extrema preocupación de los autores les impide percatarse de que las acciones destinadas a enaltecer a las víctimas de la discriminación constituyen mecanismos esenciales para promover la justicia y la equidad, siempre afectadas por la prevalencia de poderes facticos y hegemónicos.
Acaso mis estimados colegas piensan que el Día de los niños es contra los adultos, el Día de la mujer es contra los hombres, el Día de la raza es contra los europeos o que la designación del Año y Decenio mundial de los afrodescendientes y el trabajo del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) constituyen macabros proyectos racistas anti blancos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Me congratula poder informar a mis estimados colegas que el CIR es una organización de cubanos blancos y negros comprometidos con la búsqueda de la verdad histórica, la igualdad y la más plena integración en una sociedad libre de hegemonismos y desventajas vergonzosas.
Los autores del artículo en cuestión, como tantos otros compatriotas desde todas las tendencias ideológicas se aferran a centenarias citas martianas para intentar impugnar los intentos de reafirmar los derechos y dignidades de los siempre excluidos.
No podemos perder de vista que por muy atinados que sean en su letra y espíritu los pensamientos del apóstol no constituyen fórmula mágica para combatir las injusticias que le sobrevivieron. Martí en su momento se manifestó de forma meridiana contra el racismo como deplorable actitud humana, pero no logro implementar mecanismos concretos para combatir o eliminar los comportamientos racistas de varios de sus contemporáneos. Si el apóstol con su altura ética e intelectual no pudo eliminar el racismo de su época mucho menos podrá suprimir de manera automática el que hoy nos lacera.
Más allá de los discursos y frases bellas, nuestra historia ha sido un triste camino de desigualdad e injusticia, no es renovando el pánico ante las manifestaciones de autoestima y protagonismo de los afrodescendientes como haremos realidad los ideales martianos, como haremos realidad la Cuba que tanto hemos soñado con todos y para el bien de todos, sin privilegiados ni excluidos.