LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Durante varios días oficiales de la policía política acosaron y amenazaron a los líderes del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR) a propósito de la celebración de la tercera edición del foro “Raza y Cubanidad, Cuba pasado presente y futuro”. La idea era limitar, a través de la intimidación y el chantaje, la participación en el principal evento cultural y académico de la organización civilista a la ridícula cifra de veinte personas, cuando esa es más o menos la cantidad de artistas que animarían la velada cultural de inauguración.
Los líderes del CIR, con ecuanimidad y firmeza, respondieron que no se someterían a tal imposición que persigue dar una imagen distorsionada de la dimensión del evento y de la capacidad de convocatoria de la organización, y de paso avalar el manido discurso de la condición de grupúsculos de los movimientos opositores, con la comodidad de no marcarse con el lastre de una acción represiva.
Determinados a no hacer el trabajo de las fuerzas represivas, en la tarde-noche del viernes 30 de noviembre los líderes del CIR recibieron en su sede a medio centenar de personas que disfrutaron de una velada caracterizada por la confraternidad familiar y la excelencia artística. El acto dejó formalmente inaugurado el evento, con las palabras de Juan Antonio Madrazo Luna, coordinador nacional del CIR, y sirvió para presentar los ganadores de los Premios Tolerancia Plus 2012, otorgados en esta ocasión al movimiento civilista Damas de Blanco, en su categoría General, a la cineasta Gloria Rolando, en el capítulo Racial y, por primera vez en su capítulo por los Derechos LGBT, al activista holandés Kess van Kortenhof, de la ONG Glasnost en Cuba.
La gala cultural contó con la participación de la soprano Yoslainy Pérez, que deleitó a los presentes con piezas del repertorio lírico y cancionístico de tres continentes; acto seguido varios integrantes del proyecto cultural Omni Zona franca entregaron muestras de su emotiva poesía, cargada de sensibilidad social y experimentación lírica, para culminar con la magistral actuación del grupo portador de la cultura haitiana “Misterios del Vudú”.
Mientras los participantes disfrutaban del coctel y la gala de inauguración, en las inmediaciones de la sede del CIR, ubicada en una céntrica avenida de El vedado, un aparatoso despliegue de oficiales y agentes de la policía política rumiaban su rabia y soberbia ante la dimensión del acto. Cubriéndose tras los arboles vecinos, mostrando su pavor ante las cámaras, logramos ver al auto titulado teniente coronel Camilo, ya tristemente célebre por su afición a golpear mujeres y opositores indefensos. Atrincherados en las esquinas, los agentes impidieron la llegada al lugar de varios invitados, como el activista pinareño Eliosbel Garriga, los líderes del Club de Escritores Independientes de Cuba Jorge Olivera y Víctor Manuel Domínguez, y el secretario ejecutivo del Observatorio Ciudadano contra la Discriminación (OCD), detenido por segunda ocasión en el mismo día.
Varios inocentes transeúntes y vecinos fueron víctimas de la desesperación de los agentes represivos, que los detenían y acosaban causando sorpresa y pánico en personas que nada tenían que ver con la actividad.
A la mañana siguiente agobiados de cansancio, soberbia y odio, y encabezados por el ya conocido represor que se hace llamar Tamayo, se atrincheraron los agentes en la entrada de la sede del CIR para impedir la celebración de las sesiones de ponencias y debates del Foro. Como siempre sucede en estos casos, los activistas que se negaron a abandonar el lugar fueron detenidos por más de treinta y seis horas. En diferentes estaciones de policía pernoctaron Juan Antonio Madrazo, Eleanor Calvo, Manuel Cuesta, Rigoberto Rodríguez, Fernando Palacio y Leonardo Calvo.
En sus “conversaciones” sostenidas con varios de los activistas secuestrados y temporalmente desaparecidos, el señor Tamayo reconoció que la inquietud e irritación del “alto mando” por la dimensión de las actividades opositoras se deben a en una supuesta guerra de propaganda con el gobierno norteamericano –en la cual, como aclararon oportunamente los activistas, el CIR no tiene nada que ver− que los obliga a limitar, por la fuerza si es preciso, la dimensión de las actividades opositoras, para no dar la imagen de una alternativa fuerte y numerosa.
Es difícil comprender como un gobierno que dice representar y estar respaldado por el pueblo, prefiere manifestar su “fuerza” con una saga cotidiana de represión e intolerancia, en lugar de mostrar su capacidad de convivir con las manifestaciones pacíficas de otros puntos de vista. El gobierno y sus instrumentos vivientes de represión saben muy bien que sus soberbias bravatas no pueden acabar con la oposición, el franco diseño de terrorismo de Estado está destinado a sembrar el pánico en la población, con el propósito de impedir que el rechazo y el creciente descontento popular se conviertan en disenso y enfrentamiento abierto al régimen.
De cualquier manera, por más que le duela al gobierno la capacidad de convocatoria y el alcance de las propuestas del CIR, los agentes represivos no pueden menos que reconocer el orden, el civilismo y la altura intelectual de este movimiento, en el cual todos sus líderes tienen obra –literaria, ensayística o periodística− escrita, que sustentan editorialmente desde Cuba un proyecto que tanto inquieta a las autoridades como la revista Islas y el pasado 4 de noviembre han desarrollado, a través de sus representantes en el exterior, la primera audiencia pública ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH, además de estar nominados al Premio Rey de España de Derechos Humanos.
Todo parece indicar que el reto está planteado. Tamayo y compañía, que parecen estar bastante “sofocados” por sus jefes, aseguran que no permitirán que se haga visible la capacidad de convocatoria del CIR. Por su parte los activistas antirracistas vuelven a reiterar que, sin abandonar el pacifismo civilista que les caracteriza, no darán un paso atrás en su propósito de tributar al compromiso contraído con la verdad y la justicia histórica, con la igualdad y los derechos de todos, sin distinción.
Al menos por esta vez Tamayo y compañía no se atrevieron a liberar a los activistas el propio sábado para comprobar qué podía ocurrir el domingo 2 de diciembre, señalado como el día final del interrumpido evento. Definitivamente no se puede tener tanto poder y tanto miedo.