LA HABANA, Cuba, agosto (173.203.82.38) – El compatriota Oswaldo Payá Sardiñas ha hecho un llamado a la unidad titulado El camino del pueblo, que tiene tantos seguidores como detractores. Los patrocinadores lo defienden, los segundos lo despotrican, aunque existe un tercer grupo, los indecisos, en cuanto a la seriedad práctica de este documento.
Entre los renegados algunos actúan por conciencia, pero no falta quien lo hace de mala fe. Hay quienes niegan que el documento haya sido el resultado de acendrar la opinión de varios opositores, y dejan entrever que tiene tantos errores como el que lo concibió, y critican que se aborden temas como la disposición a dialogar con las autoridades. Otros llegan al punto de la descalificación y la ofensa, tildándolo de socialista y de que los autores estan confabulado con los gobernantes del país.
Lograr la unidad es la necesidad más vieja y apremiante de la oposición. Cuando surgió nuestro movimiento de Derechos Humanos, en la década de los 80 con Ricardo Bofill a la cabeza, se concibió en la unidad, pero los Castro, ante el peligro que representaba, aplicaron el viejo axioma de divide y vencerás. Bofill fue el primero en quejarse de la penetración y la traición en su grupo Comité Cubano Pro Derechos Humanos.
La oposición creció formada por pequeños grupos que anhelaban la unidad, pero cada vez que lo ha intentado la policía política activa su mecanismo destructor dentro de nuestras propias filas. Comienza el chisme, accionan contra las finanzas, estimulan la deserción y con ello se pone fin al intento unificador. Así pasó en Concilio Cubano, en Todos Unidos, en la Asamblea para Promover la Sociedad Civil y más recientemente en Agenda para la Transición Cubana, esta última la única que logró sobrevivir dada la eficacia de su estructura, y soportar la mayor de todas las escaladas.
En cada intento de unidad se comete el error de aplicar un nuevo proyecto, partiendo desde cero a dar los tumbos del principiante, con lo que nos hacemos presa fácil, en lugar de perfeccionar el anterior como continuidad salvadora que pule las deficiencias.
Agenda para la Transición Cubana realizó un proceso de perfeccionamiento que le llevó a perdurar, tomó lo bueno de proyectos anteriores como las “comisiones de Concilio”. Aprender a enfrentar los golpes que nos acompañan desde la época de Bofill fue tarea ardua y compleja. Hoy contamos con una estructura apropiada para la unidad opositora cual etapa superior a los proyectos anteriores que van desde Concilio a la Agenda: el Parlamento de la Unidad.
Como Payá ha dicho, su documento es un llamado al debate constructivo. En lugar de criticar debemos reunirnos en un espacio común, el nuevo proyecto de unidad. Para discutirlo todo, empezando por este llamado, lo que incluye prepararnos para conversar con alguien en el poder, a definir, o de lo contrario darle otra definición a nuestros grupos. Designar una comisión para conversar es hacer por la Patria. La traición es hacerlo a título personal y a escondidas.
Payá Sardiñas, uno de nuestros Premios Sajarov y aspirante al Nobel de la Paz, merece un voto de confianza. Sentémonos a discutir su propuesta para aportarle. Lo mismo merece el compatriota Oscar Elías Biscet, también destacado opositor y candidato al Nobel. Les exhortamos a los dos a proyectar sus pensamientos para someterlos en un mismo debate. Emplazamos a nuestros aspirantes al Nobel de la Paz a demostrar que son, además de dignos candidatos al mismo, merecedores del reconocimiento de todos; haciendo real la unidad de la sociedad civil independiente.