LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -Aung San Suu Kyi pudo viajar al extranjero este mes de junio, segura de que podrá regresar a su patria, con una parte apreciable de sus sacrificios recompensados y habiendo sentado las bases para continuar la lucha política, como hiciera Nelson Mandela en Sudáfrica. Había estado imposibilitada de hacerlo desde 1988, cuando regresó a Myanmar (Birmania) para visitar a su madre enferma y decidió quedarse para luchar por su pueblo. Hija del héroe de la independencia Aung San, pasó 15 de los últimos 21 años en prisión o arresto domiciliario, separada de sus dos hijos y su esposo, quien murió en 1999 sin que ella pudiera asistirlo en Inglaterra por temor a no recibir permiso de entrada al país posteriormente.
“Creo que habrá elecciones totalmente democráticas estando yo en vida, pero por supuesto no sé cuánto tiempo voy a vivir”, declaró Aun San Suu Kyi en fecha tan reciente como en enero del presente año. Férreas dictaduras militares habían gobernado la antigua Birmania desde 1962. En 1990 la oposición interna y las sanciones económicas internacionales llevaron a la Junta a convocar elecciones, que ganó la Liga Nacional para la Democracia, de la líder birmana. Aun San Suu Kyi fue encarcelada y los resultados de los comicios anulados. Entonces ella recibió el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia del Parlamento Europeo y el Premio Rafto de Noruega, y en 1991 el Premio Nobel por la Paz.
La población de Myanmar ha afrontado una inmensa pobreza, serias catástrofes naturales, tortura y asesinatos, las sublevaciones de las minorías étnicas – particularmente las karen y shans- en la frontera con Tailandia, y el Ejército de Independencia de Kachim, en las montañas norteñas. En agosto de 2007, las protestas populares en las calles, iniciadas debido al alza de los precios de los combustibles y otros artículos de primera necesidad, a las que se unieron los monjes budistas vestidos de túnicas naranja (la revolución azafrán), fueron violentamente reprimidas
En 2010, la Junta castrense comenzó una cautelosa apertura impelida por las irreductibles fuerzas opositoras apoyadas por la población sumida en la miseria, así como por las presiones económicas de Estados Unidos, la Unión Europea y muchos otros, y los esfuerzos de los países vecinos, fundamentalmente China, con intereses comerciales, financieros e inversionistas. Los militares liberaron gran cantidad de reos políticos, dictaron una ley anulando los resultados de los comicios de 1990 y convocaron elecciones para marzo de 2011, pero no permitieron la participación de la Liga Nacional para la Democracia, con el pretexto de que no aceptó expulsar de sus filas a los presos políticos. Como resultado se instauró el primer gobierno civil en medio siglo, con el presidente Thein Sein, un general retirado.
En noviembre de 2011 cesó el confinamiento domiciliario de Suu Kyi. El 1 de abril del presente año, se convocó elecciones para ocupar las vacantes de los diputados que entraron en el nuevo gabinete. La intensa campaña electoral de la líder birmana, concedió a su partido casi la totalidad de los 44 escaños en disputa, incluidos los 4 de la capital, donde la mayoría de los votantes eran funcionarios y militares, lo cual constituyó un fuerte indicativo de su prestigio y las ansias de cambio. Por primera vez Suu Kyi ha podido ejercer un puesto en el parlamento, si bien el peso de sus decisiones aun será escaso. Las sanciones internacionales a Myanmar se han suspendido, aunque no anulado, como una forma de mantener la presión sobre el gobierno para que continúen los cambios de apertura democrática.
A la ceremonia simbólica de entrega del Premio Nobel de la Paz en 1991 habían asistido sus dos hijos y su esposo. El 16 de junio pasado, Suu Kyi lo recibió en Oslo, donde fue agasajada por los reyes, el primer ministro y la población, después de una breve estancia en Suiza. A Irlanda, llegó desde Noruega con el activista y líder del grupo de rock U2, Bono, quien le había compuesto “Walk On” en el 2000, sobre la cual ella dijo: “Me gusta esa canción, porque se acerca mucho a lo que siento, que está en uno salir adelante.”
En Inglaterra recibió el título de Doctor Honor y Causa de la Universidad de Oxford, donde había estudiado y su esposo fue profesor, asi como tuvo acogida al más alto nivel. En París le dispensaron también los máximos honores por el primer ministro Hollande, y declaró que durante su encierro estudio idioma y cultura francesa, que el espíritu revolucionario de Francia había influido en su lucha política, y apreciaba el arte, la literatura –especialmente Víctor Hugo-, y hasta la sopa de cebolla.
Suu Kyi ha demostrado que el sacrificio de los intereses personales, y la firmeza de los principios en la defensa de los derechos del pueblo y la libertad de la patria, dan valor y fuerza para soportar la represión y la cárcel, a pesar de la incertidumbre y las dificultades para desmantelar una poderosa tiranía. Aunque el camino puede ser largo y plagado de sufrimientos, se triunfa.