PINAR DEL RÍO, Cuba, junio, www.cubanet.org -La educación en Cuba ha sido, por más de cincuenta años, una referencia en otros países, sobre todo del llamado Tercer Mundo. El rostro de nuestro sistema educativo que el gobierno vende al exterior, es bien diferente a la realidad.
En estos días de fin de curso, alumnos y padres arreglan cuentas con profesores y directivos; es entonces cuando el ideal de “La educación gratuita cubana” estalla como burbuja de jabón.
“No importa que seas malo como estudiante, si tienes dinero para pagar los exámenes, tu problema está resuelto. Cuando yo estudiaba en la universidad, tuve un problema familiar en los días de fin de curso. Un amigo de mi aula me contactó con el profesor de la materia en la que yo tenía más problemas, y ajustamos cuentas. El precio fue de cinco dólares para el bolsillo del profesor”, declara Zajay, egresado de Informática.
Pero generalizar casi siempre conduce a la exageración, a la opinión subjetiva. Todavía hay muchos buenos maestros en Cuba, aunque la gran mayoría se ha jubilado.
Como política de Estado, se inició, hace más de diez años, la formación acelerada de “profesores emergentes”, teniendo como cantera a jóvenes de diferentes sectores de la sociedad: “En menos de dos años, formaban un maestro nuevo, y para hacer más grande el disparate, se le daba la condición de integral, es decir, el muchacho, recién graduado y sin ningún tipo de vocación, se consideraba listo para impartir varias materias. Era el inicio del desastre que estamos viendo ahora. No se hace un maestro en un día, esta es una vocación que se lleva dentro toda una vida, y que exige vivir aprendiendo, mientras se enseña”. Así opina Cecilia, una maestra jubilada.
Por su lado, Sergio, estudiante de secundaria básica, en Pinar del Río, argumenta: “Los días de exámenes no me alarman. Yo espero siempre la llegada de mi tío que vive en el extranjero. Cuando viene, me da el dinero para pagar a los profesores, y todo queda resuelto. En mi aula casi todos los alumnos que tenemos familiares en el extranjero pagamos las pruebas, es más fácil así”.
En ese sentido, y como van las cosas, aquella vieja máxima de “Hacer de Cuba un país de hombres de ciencia”, se está escapando por las alcantarillas de esta historia.
Hipólito, abogado y ex profesor universitario, comenta:
“Hace unos años, yo impartía clases en la universidad de Pinar del Río. En uno de los cursos se presentó una situación bien penosa. Un grupo de profesores vendieron las pruebas finales y la mayoría de los alumnos optaron por comprarlas. La cosa se descubrió mucho después de la graduación. Es cierto que a los culpables se les aplicó la ley, me refiero a los profesores, pero los alumnos siguieron como graduados, y ejerciendo la profesión alcanzada fraudulentamente. Eso nos trae a una realidad bien inquietante: entre nosotros, hay centenares de profesionales que no lo son realmente, y eso tarde o temprano aboca al desastre en cualquier sociedad. El fraude, al igual que el crimen, no paga”.
Fin de curso cubano: alumnos y padres sacan cuentas. Profesores y directivos hacen planes para vacaciones, basados en exámenes finales y en dólares por cobrar.