LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -La conmemoración del aniversario tan redondo y prolongado debía haber sido una gran exposición de los logros alcanzados en estos 60 años. La lucha, desde el Asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, hasta la victoria, el 1 de enero de 1959, apenas se extendió 5 años, 5 meses y cinco días. Los 54 años restantes han sido de régimen dictatorial que, en 1961, Fidel Castro denominó socialista, y para el cual, en 2002, mediante reforma de la Constitución de 1976, dictaminó ¨el carácter irrevocable…¨.
Los dirigentes, con poder absoluto para ejecutar sus propósitos, debieron tener muchos éxitos, apoyados por los miles de millones de dólares, enviados desde la Unión Soviética, primero, y desde Venezuela, en el último decenio. La prosperidad económica, social y política debería ser muy superior a la de los actuales países emergentes en América Latina, que sufrieron la llamada década perdida, y aún afrontan las narco-guerrillas, el narco-tráfico, la corrupción y otros males.
Sin embargo, en el 60 aniversario, los discursos y escritos fueron versiones de los recuentos reiterados de aquel quinquenio inicial. La historia reciente quedó reducida a los desastres causados por el Huracán Sandy en la zona oriental. No podían recordar las promesas de Raúl Castro, en 2007, sobre los cambios estructurales y de concepto que vendrían, y los incrementos de producción que seguirían a las reformas para la actualización del modelo económico.
¿Cómo actualizar lo que había que cambiar estructural y conceptualmente? En aquella definición estaba implícito que el modelo económico había sido inoperante y fracasado. El resultado es el continuo retroceso, aunque el gobierno siga diciendo que el objetivo es liberar las fuerzas productivas para lograr el incremento de la productividad y la producción, con el fin de elevar los salarios y eliminar la doble moneda, sin renunciar a sus controles a la iniciativa privada.
Raúl Castro aseveró que la Generación Histórica va cediendo su lugar a los “pinos nuevos”, con tranquilidad y serena confianza, basados en la preparación y capacidad para mantener en alto las banderas de la Revolución y el Socialismo. Dijo que está en marcha el proceso de transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones. Quedó muy claro que si el presidente cumple el anuncio sobre su retiro dentro de cinco años, está asegurando dejar a los relevos que garanticen la continuidad del sistema totalitario.
La incondicionalidad como requisito imprescindible, ha sido determinante en los movimientos de dirigentes en las estructuras del Partido Comunista, la Unión de Jóvenes Comunistas, las llamadas organizaciones no gubernamentales, como los CDR y la ANAP, así como los órganos del Poder Popular. Los llamados a una prensa audaz y una cultura creativa pierden sus disfraces en los congresos de la UPEC y la UNEAC.
Para confirmar el apego al poder, Fidel Castro publicó ¨He vivido para luchar¨, con el augurio de que podría escribir un libro dentro de 10 años, para el 70 aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, y aseveró que, desgraciadamente, nadie puede asegurar que habrá un 70, un 80, un 90 o un centésimo aniversario del Moncada.
No se refería a la posibilidad de que su legado pereciera, sino a que el cambio climático extinguiera la especie humana, como él predijo en la Conferencia Internacional sobre Medio Ambiente de Río de Janeiro. A continuación, procuró justificar el enigmático envió de armas a Corea del Norte, sin mencionar ese país, con la acusación de que se ha intentado calumniar a la revolución.
También dio la vuelta al programa nuclear de la RPDC, cuando adujo que ningún estado debería procurar la proliferación y que nunca el gobierno cubano trataría de fabricar un arma nuclear. Indudablemente, hace mucho tiempo que no tiene posibilidad de hacerlo, pero mientras que se estuvo construyendo la central termonuclear en Cienfuegos y crecían las investigaciones nucleares en Cuba, no se firmó el Tratado de No Proliferación de Tlatelolco.
El 26 de julio, en Corea del Norte, hubo un inmenso desfile militar por el 60 aniversario de la firma del armisticio que finalizó la guerra entre las dos Coreas (1950-1953). Kim Jong-un, esforzado en afianzar el poder heredado de abuelo y padre, también demostró que no necesita los vetustos residuos soviéticos transportados desde Cuba. El reconocimiento del contenido bélico, por el gobierno cubano, y la discreción de Raúl Castro, parecen haber sido más eficaces que una alusión agresiva y extemporánea sobre un asunto en vías de solución.
Unos trastos de armas viejas, transportadas de contrabando, confirman la incapacidad militar del gobierno de Cuba y son una alegoría al declive de la élite gobernante, aspirante a garantizar igualmente la dinastía socialista.