LA HABANA, Cuba, mayo (173.203.82.38) – Raúl Castro, en su Informe al VI Congreso del Partido Comunista señaló: “Nuestra economía deberá transitar, con orden y disciplina, hacia un sistema descentralizado, en el que primará la planificación, como rasgo socialista de dirección, pero no ignorará las tendencias presentes en el mercado, lo que contribuirá a la flexibilidad y permanente actualización del plan”.
Este planteamiento, posteriormente ausente de la versión oficial publicada por el diario Granma, deja una serie de interrogantes, pues no se explicó hasta qué punto se modificará el modelo de planificación vigente, ni si se mantendrá su actual concepción centralizadora. De persistir estas concepciones sería inviable la conjunción de la planificación con los mecanismos del mercado que demandan la toma de decisiones ágiles por los sujetos económicos.
La planificación podría ser útil, si se abandonara su actual naturaleza directiva, y se convirtiera en un instrumento de orientación y prognosis que ayudara a las empresas y toda la economía a guiarse a corto, mediano y largo plazo, para poder enfrentar los riesgos y desafíos del complejo mundo en que vivimos, así como también para utilizar lo mejor posible las oportunidades que se presenten en beneficio de la sociedad cubana. En tal sentido, habría que sustituir los actuales mecanismos burocráticos y administrativos, por un nuevo instrumental, como son las políticas monetaria, crediticia, fiscal y otras que conduzcan a la sociedad a lograr los objetivos productivos y de servicios con la mayor eficiencia, sin las actuales interferencias en la toma de decisiones por empresas y otras entidades.
Con lo cual, dentro de un marco regulado, puedan adaptarse con agilidad a la dinámica del mercado y seleccionar las mejores variantes para incrementar la eficiencia y orientar su desarrollo, de forma tal que puedan conjugarse los intereses de las entidades con los de la sociedad.
Esto se lograría mediante una amplia descentralización de la gestión económica y el aumento de los niveles de decisión en provincias y municipios, y fundamentalmente, a través del aumento de las facultades a las empresas para adoptar decisiones. Ello conduciría a una reducción radical del aparato estatal, hoy extremadamente sobredimensionado y costoso, con una sustancial minoración de ministerios y organismos centrales. Los que quedaran dictarían políticas macroeconómicas y establecerían mecanismos metodológicos y de control en las respectivas áreas de incumbencia, sin interferir en los asuntos administrativos prácticos de entidades y empresas.
En esas condiciones, el Banco Nacional y el Ministerio de Economía serían fundamentales. Paralelamente, las labores de fiscalización y control a nivel central, provincial y municipal, en particular sobre el sector público, adquirirían importancia cardinal, con el objetivo de prevenir brotes de corrupción y de violación de las normas establecidas con el desarrollo de la descentralización. Debe priorizarse la selección de personal especialmente por su capacidad técnica y honradez, eliminándose el clientelismo político, para la asignación de empleos en esos organismos.
Mediante mecanismos no burocráticos y flexibles, como demuestra la experiencia de muchos países, puede lograrse el manejo eficiente de la economía en concordancia con los requerimientos del mercado. Infinidad de consorcios internacionales con facturaciones varias veces superiores al PIB cubano, dirigen perfectamente sus fábricas u otras unidades económicas a miles de kilómetros de las casas centrales, con amplias facultades de decisión para los directivos de las subsidiarias.
Ahora, con el creciente desarrollo de la informática, las posibilidades de análisis y rápidas decisiones económicas para enfrentar con la agilidad requerida las oscilaciones del mercado, se han incrementado notablemente. Por otra parte, los avances en las ciencias contables y económicas propician el control de la economía con gran agilidad a través de índices sintéticos, facilitando las correcciones que la dinámica de los mercados establece; un elemento muy importante, especialmente para una economía abierta y muy dependiente de factores externos como la cubana.
No obstante, si las autoridades pretenden mantener el actual sistema de planificación centralizada, con su costoso e ineficiente ejército de funcionarios y los demorados mecanismos de toma de decisiones, por mucho que se plantee no ignorar las tendencias del mercado, continuará empeorando la situación económica y los problemas acumulándose.
Hoy, la solución de los graves problemas de la economía cubana no radica en ligeras ampliaciones de los rangos de decisión de los dirigentes empresariales, sino se necesita la total transformación de la mentalidad de gestión, tanto en su dimensión macroeconómica como empresarial. Tratar de compatibilizar la planificación centralizada con el mercado resulta inviable.