LA HABANA, Cuba -Una de las mayores impresiones de mi viaje a Buenos Aires fue la visita al diario La Nación, uno de los colosos informativos de Latinoamérica.
Ya me había reunido con políticos y juristas, que expandieron mis perspectivas del mundo que recién conocía, y descubrí de primera mano cómo veían a Cuba en el exterior; había visitado el Senado el día antes, suceso que constituyó la mayor lección de Democracia que he recibido, al poder presenciar la pugna pacífica de más de un partido; había conocido a escritores de libros soberbios que narraban facetas de la historia cubana más reciente, tocados desde el punto de vista argentino; pero el plato fuerte los organizadores del viaje lo habían reservado para el final, la visita a las instalaciones donde se confeccionaba el periódico La Nación.
Acompañado del fraterno Hernán Alberro, ejecutivo de CADAL, llegamos a un gran edificio situado en una céntrica avenida. Luego de los pases exigidos en la entrada subimos a la segunda planta, a un inmenso recinto donde nos esperaba el jefe de redacción de la versión digital.
Era la primera vez que entraba a un periódico y me embriagó la rareza que no fuera un medio informativo cubano. La Nación acababa de mudarse del viejo recinto histórico situado en el corazón de la ciudad, para una zona más moderna pero algo alejada del centro, y ahora ocupaban un área enorme, señal inequívoca de crecimiento.
El olor a nuevo invadía el lugar. Las confortables mesas de trabajo, las cómodas sillas, los múltiples equipos de alta tecnología, más el ordenamiento exquisito que constituía el sello distintivo, auguraban un sólido futuro a las decenas de periodistas que trabajaban en silencio frente a sus máquinas .
El jefe de redacción online me ilustró todo el proceso de factura del periódico, desde la selección de la nota, o el artículo, hasta su colocación en la web, o en el estanquillo.
Recorrimos cada sección, que él llamaba islas, donde como en un proceso de marcha adelante se iba elaborando el producto informativo hasta su acabado.
Le pedí que me obsequiara un ejemplar del periódico, como recuerdo. Enseguida me dio uno, de ese día, aún con olor a tinta. Lunes 2 de junio. Arriba a la izquierda una foto de Messi, titulada Con el chip argentino. Al lado otra información deportiva, Independiente a un paso, sufrió pero le ganó a Instituto. Luego, ocupando toda la primera plana y con letras grandes, tres noticias, Los Precios Cuidados beneficiaron a las grandes empresas, Google empieza a ¨borrar el pasado¨, para garantizar el derecho al olvido, y Afuera alfombra roja, donde se analizaba que gracias a su viaje a El Salvador, el vicepresidente argentino Amado Boudou puso miles de kilómetros de distancia con el escándalo Ciccone.
El jefe de redacción on line se interesó en saber para qué medio informativo cubano yo escribía, y también por las condiciones de trabajo de los periodistas independientes. Le dije que era reportero de Cubanet, página de la prensa independiente cubana cuya redacción radica en Miami, y Primavera Digital, confeccionada en Cuba, y me dijo que las conocía.
Al despedirnos le pregunté quién era el hombre de la estatua presidiendo la sala de redacción, y me contestó con orgullo que era el insigne patriota Bartolomé Mitre, ex presidente de Argentina, político, militar y periodista, que luego de luchar toda la vida por una Argentina digna, lo fundó un martes 4 de enero de 1870, bajo el lema Un diario para fundar un país. Y escogió para llamarlo el mejor de los títulos, La Nación.