LA HABANA, Cuba. — (Cuba Sindical) A Ezequiel le atrajo la Computación e Informática desde pequeño. Estudió en un instituto tecnológico pero contratiempos familiares le impidieron alcanzar la universidad. Se superó como autodidacta, dando rienda suelta a su talento. Necesitaba trabajar pero quiso hacerlo por su cuenta, sin la tutela estatal. Programaba, arreglaba, daba mantenimiento a computadoras y otros equipos electrónicos, pero con gran dificultad, debido a carecer de piezas para reparaciones. Con frecuencia batallaba por conseguir piezas de ordenadores inservibles, acumulados en viejos almacenes estatales.
Un sinnúmero de computadoras rotas y piezas duermen el sueño eterno sin ser reparadas en almacenes tan diversos como de la Universidad de Computación e Informática (UCI), ministerios, empresas. Se sugiere en medios oficiales tomar piezas de unas para reconstruir otras y cubrir “vacantes” en centros educacionales o venderlas a particulares, pero el gobierno no tiene una política definida.
El estado vendió en la década de 1990 equipos electrónicos obsoletos –-no ordenadores– y piezas recicladas acumuladas por años en almacenes y talleres de reparación a precios de ganga en “Fin de Siglo” y otras tiendas de la capital.
Antiguos televisores, radios y otros aparatos rotos cobraban vida en manos de técnicos, muchas veces verdaderos injertos con piezas tomadas de unos y otros equipos de las más disímiles marcas, modelos y años que resucitaban para satisfacción de propietarios y reparadores.
Un mal día, sin explicación, fue suspendida la venta y se desvanecieron las esperanzas de rescatar estos viejos equipos electrónicos norteamericanos y soviéticos para insuflarles nueva vida. La suspensión, se dijo, fue para evitar el uso de aparatos derrochadores de energía. El gobierno emprendía por esos días la llamada revolución energética.
Mientras muchas voces piden reciclar las computadoras y piezas almacenadas en almacenes estatales, hay jefes que ordenan el desguace y lanzamiento de los a vertederos para limpiar sus catálogos ociosos. Los teléfonos móviles y computadoras contienen sustancias contaminantes muy peligrosas para el medio ambiente como plomo, mercurio y cadmio.
Unos cinco años atrás algunas tiendas estatales vendieron cientos de computadoras nuevas a precios elevados. Eventualmente desaparecieron de las vitrinas y desde entonces son introducidas al país por viajeros, conocidos popularmente como mulas.
El caso de Ezequiel se parece mucho al de otros jóvenes con talento, que buscan un espacio, pero no encuentran la oportunidad debido a la poca atención laboral, los bajos incentivos monetarios y deciden marcharse. A algunos no les queda más remedio que conformarse, ocupar puestos sin muchas aspiraciones y de esa manera se desaprovechan su inteligencia, tiempo y recursos de preparación profesional.