LA HABANA, Cuba -Llama la atención como ajenos y hasta utópicos, los actuales y loables intentos del camarógrafo estadounidense Gaston Blanchet por promover el deporte del skaterboarding, o mono patinaje, considerado deporte callejero, desconocido en Cuba país con régimen blindado solo a algunos deportes y a pesar que 13 y medio millones de personas lo practican en el mundo, entre los cuales el 80 por ciento son varones y menores de 18 años, según estimados de Américan Sports Date de 2002.
Da pena y tristeza que jóvenes y adolescentes, estudiante además como Ricardo Calderín Portuondo, de 15 años, residente en el municipio Plaza, no pueda desarrollar a su gusto ni siquiera el patinaje común. Cuenta:
“Aprendí a patinar a los once años. Me da gran dominio de mis fuerzas, voluntad. Practicaba en Las Canchas de la Ciclo Vía de Marianao. Los deportistas somos agrupados por el Inder en categorías por edades. Entrenábamos con patines comunes, después con patines lineales (de varias ruedas alineadas), nuestros, no del Inder. Se estropean con el uso. Sin patines ni uniformes, ni casco, ni rodilleras, no podemos entrenar. El Inder ni los vende ni ofrece en uso. Entrenan quienes tienen uniforme y patines propios porque algún familiar se los trajo o envió de los Estados Unidos u otro país. No los venden en las tiendas. Solo los patines, más baratos, de menos calidad, cuestan trescientos dólares [CUC, unos 7 mil 500 pesos. [El salario mensual promedio está entre 250-420 pesos]. El uniforme cuesta parecido. Medios de protección, carísimos. Mis padres no los puede comprar. Al Inder solo interesa quien por su cuenta tenga el equipamiento y quien como talento se distinga en este deporte con alguna oportunidad de competir en el extranjero, sueño de todos.
Las competencias de patinaje fue parte del Festival oficial anual y masivo Marabana, en La Habana. Un funcionario que atendió la llamada, que prefirió no identificarse, reconoció:
-¡Sí, se quitó el patinaje. Pero no tengo respuesta a su pregunta de por qué se eliminó!
Ricardo (“Riqui”) Calderín, dice:
– Me dolió mucho no poder participar de una competencia en la Ciudad Deportiva porque no tenía patines ni uniforme. Las ocho bases de goma de los patines estaban muy gastadas. No tuve los 160 dólares para reponer las gomas, que de uso cuesta 20 CUC cada una, y las nuevas de acuerdo a marca y calidad no menos de 50 CUC cada una. Mis padres a veces no pueden darme dinero ni para la merienda escolar. Fui el mejor en la categoría de 11-12 años. He querido abrirme paso en la vida como deportista, ser alguien, tener nombre, pero no puedo entrenar. El Inder nos presta patines y uniformes si como deportistas cuando participamos en la campaña contra el VIH-Sida. La última ocasión fue en la heladería Coppelia. Repartimos volantes y preservativos.
La venta de patines estaba entre los principales juguetes en la festividad cristiana del 6 de Enero, bíblico Día de Reyes Magos, fiesta de los niños hasta que fue sustraída del Calendario después de 1959.
Tan saludable entretenimiento tuvo su ícono nacional en la década de1950 en quel gigante de ébano, delgado, fuerte –al menos así lo veía los ojos infantiles-, oriundo de Santiago de Cuba, de quien nadie recuerda nombre porque alcanzó fama como El Diablo Rojo. Hombre Show- Patinador hacía osadas piruetas con agilidad aterradora delante de autos en marcha. A veces actuaba a La Habana aunque no acostumbraba abandonar su ciudad.
La prohibición de patinar arranca muy atrás y por otra razón. La confiscación total del comercio y su paso al gobierno hace medio siglo eliminó cantidad de artículos esenciales considerados De Lujo. Entres las prohibiciones lujosas estuvo importar patines, papel sanitario y modernos autos norteamericanos de 1959 que desaparecieron por completo de la venta. Razón que otorga a Cuba el curioso privilegio mundial de poseer un exclusivo Museo Rodante de Autos Antiguos.
¡Y pensar que Cuba hace medio siglo, a pesar de su ardiente calor tuvo hasta pista de patinaje artístico sobre hielo!
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