LA HABANA, Cuba.- Decenas de familias del Vedado se han quedado sin mascota, a causa de una enfermedad infectocontagiosa de origen viral, conocida por “Moquillo”, que afecta principalmente a los perros.
Para Elizabeth y Raúl, matrimonio del Vedado, la muerte de Loky fue un golpe terrible. Según la pareja, su perro dejó de comer y comenzó a presentar síntomas de decaimiento, por lo que decidieron llevarlo con urgencia a la clínica veterinaria de Carlos III. Allí la doctora no pudo determinar el cuadro clínico exacto del animal, ya que el laboratorio, además de tener los equipos rotos, no cuenta con los reactivos necesarios para realizar un diagnóstico completo.
Sin la certeza del tipo de enfermedad, la doctora, y -a ojo de buen cubero- le indicó un tratamiento a base de antibióticos, con la esperanza de una reacción favorable que nunca llegó. Fue entonces cuando Elizabeth y Raúl decidieron gastarse los únicos recursos económicos que tenían para realizar varios análisis con veterinarios particulares, quienes confirmaron que el animalito estaba contagiado con la enfermedad de Carré, o “Moquillo”, como usualmente se le conoce.
Luego de iniciar un segundo tratamiento, que devino en un periodo traumático, Loky empeoró hasta morir una semana después, sumergiendo al matrimonio en una profunda tristeza.
Según la doctora Gladys, veterinaria con más de 20 años de experiencia, que tiene una consulta particular en la calle 27, “el Moquillo no tiene un tratamiento específico; sin embargo, luego de contraer el virus, el perro deberá ser tratado no solo con antibióticos para las infecciones bacterianas secundarias, sino también con fluidos hidroeléctrolíticos, suplementos vitamínicos y nutricionales, y tratamientos estrictos para el tipo de sintomatología actual, como son mucolíticos y expectorantes para los signos respiratorios; antieméticos y antidiarréicos, para los digestivos”.
La única clínica disponible para el tratamiento de los perros que viven en el centro de la capital se encuentra en precarias condiciones y desprovista de medicamentos y otras indumentarias tan necesarios en la medicina. Es tal vez la principal causa que hasta la fecha, en el Vedado, hayan muerto un sin número de perros por “Moquillo” y una cifra muy difícil de calcular por otras patologías propias de los canes, que sus dueños no pueden prevenir a tiempo.
Los gastos de tratamientos médicos primarios son muy caros. Una inyección para desparasitarlos cuesta 8 CUC (equivalente al dólar) y la vacuna pentavalente, imprescindible para inmunizarlos, cuesta 15.
Aunque en la clínica veterinaria de Carlos III una intervención quirúrgica cuesta 40 pesos en moneda nacional, hay que llevar la anestesia, o pagar 4 CUC por cada cc del preciado líquido. Añádale que la mayoría de los dueños, luego de recibir el diagnóstico del padecimiento de su perro – muchas veces inexacto-, deberán compartir sus escasos medicamentos con los animales, o comprarlos en el mercado negro, o en las tiendas dolarizadas.
El emblemático y majestuoso edificio que identificaba esta afamada escuela se cae a pedazos sin que exista voluntad estatal para detener su enorme deterioro. Las consultas se realizan en una improvisada nave, habilitada con cinco cubículos donde los veterinarios examinan a decenas y decenas de animalitos, con la esperanza de salvarlos. Pero a expensa de un milagro de Dios.
Está por ver la posición de las autoridades sanitarias de la isla, ante la expansión del “Moquillo” dentro de la familia canina. La esperanza para superar esta enfermedad radica en la detección temprana de la misma y de un tratamiento oportuno y adecuado. Algo con lo que no contaron Loky y otros canes afectados con el virus.
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