LA HABANA, Cuba. – Desde que el general Raúl Castro asumió la presidencia de Cuba, la crisis material de la familia cubana ha continuado empeorando. Es un hecho que contradice su política económica, que descansa en los 301 lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista, cuyos objetivos, según se afirma, es darle un vuelco a la desastrosa situación heredada del mandato de Fidel Castro.
El actual gobierno ha optado por la aplicación de políticas de ajuste en la esfera del mercado, particularmente con el recorte de los gastos públicos, la eliminación de las gratuidades y los subsidios, y la consiguiente subida de precio de los artículos de primera necesidad. Tales medidas, dirigidas a mantener el equilibrio del déficit fiscal, han hecho aún más precarias las condiciones de vida de los cubanos.
Resulta inexplicable que uno de los problemas que más golpean a la población sea el alto precio de los productos agrícolas que se comercializan en las redes de mercados mayoristas y minoristas. Éstos no se ajustan ni remotamente al promedio de 20 dólares mensuales que cobran de salario la mayoría de los ciudadanos.
El fondo de tierra cultivable con que cuenta Cuba es de 6 342 418 hectáreas. De ese total, se han entregado en usufructo 1 580 000 hectáreas. Todavía hay 1 250 000 hectáreas que continúan plagadas de hierbas. Las restantes 3 512 418 de hectáreas de tierra están en posesión de las Empresas Agrícolas, las Unidades Básicas de Producción Cooperativas y las Cooperativas de Producción Agropecuarias y las de Créditos y Servicios, dedicadas a los cultivos de viandas y vegetales, frutales, café y a la ganadería.
Los precios de los productos agrícolas son excesivamente altos en todo el país, pero en particular en las provincias de Mayabeque, La Habana y Artemisa.
El Mercado Mayorista “El Trigal”, ubicado en el municipio capitalino de Boyeros, es el primero que funciona al amparo del Decreto 318, que autoriza nuevas formas de comercialización agrícola. Al simplificar las relaciones entre productores y consumidores, posibilita el incremento y la diversificación de la producción para abastecer los diferentes mercados minoristas. Pero no se puede afirmar que la apertura de este mercado mayorista haya contribuido a bajar los precios de los productos. Eso es algo que todavía está por ver.
Se esperaba que las personas naturales que son propietarios de establecimientos, tarimas y carretillas autorizados por la ley para comercializar productos del agro, concurrirían a El Trigal y pagarían a precios al por mayor los diferentes productos del agro, lo que se reflejarían en un menor precio de venta a la población. Pero ha ocurrido todo lo contrario.
El precio mayorista de una caja de 45 libras de tomates es de 9.90 dólares, con lo cual la libra sale a 22 centavos de dólar. Pero en los establecimientos que venden productos del agro en la capital, la libra de tomate se vende a precios entre 32 y 40 centavos de dólar. Es algo realmente abusivo. La ganancia por cada caja, luego de descontado el costo, fluctúa entre 4,50 y 8.10 dólares.
El gobierno parece no disponer de las herramientas adecuadas para solucionar la naturaleza expoliadora del negocio de los productos agrícolas, problema que afecta a la gran mayoría de los cubanos.