El barrendero
LA HABANA, Cuba.- Es un hombre mayor, a solas con su carrito de dos tanques de plástico negro y las escobas. Comienza muy temprano, recogiendo los desechos de una capital oscura y cada vez más inculta. Este reportero le pregunta ¿cuál área de la cultura prefiere? El hombre se rasca la cabeza, mira con cierta desconfianza. Al final, el barrendero dice su verdad:
-Aquí la cultura parece cosa de “gente de nivel” o “de dinero”. Cuando yo era jovencito, Alicia Alonso y su compañía fueron a mi pueblo, en Viñales. Nunca se me olvidó como bailaba esa mujer y lo que era capaz de hacer. El arte tiene una altura…Luego tenías que ir con cuidado, porque se decía que a un hombre no le podía gustar el ballet, que eso era cosa de “pájaros”. Más tarde me compliqué con el matrimonio, los hijos. A esos lugares, los teatros, hay que ir bien vestido. Con mi salario no puedo…
Los chicos fashion
Noche de SARAO en el Salón Rosado de La Tropical. Gente joven, universitarios “de clase”, ropa y zapatos de marcas, perfumes caros… La atmósfera parece mucho más sana y menos violenta que en los eventos de Reagetton:
-Cada cual asume lo de la cultura a su manera, yo no me puedo disparar un ballet, una película complicada o una obra de teatro demasiado lenta o enredada-, explica uno de los asistentes al show.
-Sí, no te hagas, que cuando pusieron “La Celestina” en el Trianón ustedes fueron, cuando se enteraron de que había “relajo y encuerismo” –recuerda una muchacha que intervino.
El Teatro Trianón es la sede desde hace algunos años del grupo nombrado El Público. Conocido por sus montajes desinhibidos, en ocasiones “políticamente incorrectas”.
Otro joven expresó:
-A mí déjame vacilando con la música electrónica. Aquí no hace falta usar tanto las neuronas.
Los raperos conscientes
David de Omni sube a escena. El público lo escucha con atención. El concierto es en un lugar conocido como La Madriguera. El más reciente festival “Puños Arriba”, un reducto del Hip Hop consciente y poco complaciente con el sistema, fue saboteado por la policía política. Pero los organizadores y artistas pusieron en un aprieto al viceministro (del Instituto de la Música) Orlando Vistel y a los jerarcas de la débil y “reaguettoneada” Agencia Cubana de Rap. La concentración de los primeros, frente a la sede del Instituto Cubano de la Música, revirtió el escamoteo. La soga en manos de los represores apretó pero no ahogó.
La familia de la periferia
-La cultura no se come, papi!- me suelta la más joven. -El dinero está perdido, y cuando aparece uno no puede estar pensando en la bobería, hay que comprar “jama”.
-Cuando vamos a algo, es a un juego de pelota en el (Estadio) Latinoamericano o si toca La Charanga Habanera o El Micha en algún lugar al aire libre. El ballet no lo entiendo y las películas que me gustan son las de Jackie Chan, esas las veo en el equipo de DVD.
La que parece la madre añade:
-Lo de nosotros es comer viendo la novela que den por la noche; la “alta cultura” es cosa de quien puede pagarla. Aquí la pobreza no es de la gran escena-, ironizando con el título de un antiguo, y culto, programa de televisión.