PUERTO PADRE, Cuba.- El error cometido por el despachador ferroviario, al conceder vía al coche-motor de pasajeros con destino al barrio rural Diego Felipe,
fue la causa del accidente ferroviario ocurrido el pasado sábado en el barrio La Aguada, con un saldo hasta la fecha de dos muertos y treinta y ocho heridos, algunos todavía reportados de graves, internados en el hospital provincial de Las Tunas y en el municipal de esta ciudad.
En ese mismo carril, en sentido contrario, y en uso de derecho de vía, avanzaba una locomotora con vagones cargados de cañas.
“Yo soy el culpable”, dijo pocos minutos después del accidente el despachador Golber, al ir por sus propios pies a entregarse a la Subestación Municipal de Policía, revelaron a este corresponsal personas allegadas a él.
Se trata de un sexagenario que lleva poco más de cuarenta años trabajando en los ferrocarriles, sin que, hasta este suceso, fuera responsable de accidente alguno.
-Él está cargado de problemas; la hija murió de parto no hace mucho, tiene que cuidar del nieto, y la mujer no está bien de la cabeza-, dijo Carralero, un trabajador de los ferrocarriles jubilado.
-En ese tramo ya ha habido como ocho accidentes, ninguno tan grave como éste, aunque pudo ser mucho peor…-, comentó Carralero.
Según afirmaron entrevistados, en el coche-motor con destino a Diego Felipe, con capacidad para unas cuarenta personas, viajaba cerca de un centenar, pero afortunadamente, por ser sábado, en no iba un numeroso grupo de niños que emplea ese medio como transporte escolar.
También, de forma providencial, el coche-motor sólo fue impactado por la locomotora, sin que llegara a volcarse, lo cual hubiera provocado un mayor número de muertos y heridos.
Tomás, un obrero de los ferrocarriles jubilado, dio su opinión para Cubanet:
-La situación en los ferrocarriles ya no es la misma. Antes usted encontraba chuchos, y ese guarda agujas velaba por el cumplimiento del derecho de vía en el tramo a su cuidado; eso evitaba accidentes. Ahora ese contacto personal entre conductores y despachadores se perdió. La comunicación es por microondas, que no digo que no es buena, es buenísima, pero sucede que en muchas ocasiones las apagan, o no les prestan atención, y ahí están los accidentes.
En este caso tuvo un desenlace fatal en el barrio rural La Aguada, en un pueblito llamado Vázquez, históricamente un nudo ferroviario en la transportación de caña, mercancías para la red de comercio minorista y de pasajeros, desde y hacia la entonces numerosa y muy productiva población rural. Pero hoy es un mero apeadero.
Probablemente, sobre ningún funcionario de los ferrocarriles caerá el peso de la ley. En esta ristra de violaciones, que parten del Ministerio del Transporte en La Habana, no habrá más sanción que para Golber, el despachador, y si acaso, para algún que otro violador en concordancia con el artículo 184.1 del Código Penal:
“El que por incumplir las leyes o reglamentos del tránsito ferroviario, aéreo o marítimo, provoque un accidente, es sancionado:
a) con privación de libertad de uno a diez años si como consecuencia del accidente se causa la muerte a otro;
b) con privación de libertad de uno a tres años si como consecuencia del accidente se causan lesiones graves o se daña gravemente la salud a otro”.
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