LA HABANA, Cuba.- Para comprender los absurdos de aquí, hay que vivir en Cuba, o tener una imaginación prodigiosa capaz de desterrar las suspicacias. De lo contrario, muchos textos sobre hechos reales parecerán exageraciones, o ficciones puras.
Algunos de los clásicos son las broncas en las colas para comprar pan, o papas, las carreras tras los ómnibus que no paran en las paradas, los miles de “puntos clandestinos” de venta de ron en los barrios, las consultas médicas sin recetarios, sin jeringuillas y a veces sin médicos, porque están en el extranjero “ayudando” a otros países. También el pago de salarios en una moneda sin valor y la venta de productos en otra, veinticuatro veces más fuerte.
Hay otros absurdos aún mayores, como que un país arruinado que no puede ofrecer nada dirija a un gigante petrolero; la existencia de una libreta de racionamiento desde hace más de medio siglo, una capital en ruinas Patrimonio de la Humanidad; automóviles de uso vendidos a precio de Rolls Royce del año, a un pueblo que gana menos de un dólar diario; el difícil acceso a internet en el año 2014 a solo 90 millas de Estados Unidos.
Pero es en el seno de las familias donde los absurdos toman tintes trágicos, como es el caso de mis vecinos, los García, que recibieron hace poco un DVD, enviado desde Miami por uno de sus hijos, que huyó en balsa en el 2012.
En el DVD se muestra al “García americano”, en un auto moderno, en un largo periplo por la ciudad y el mundo del buen vivir. La familia lo pone en el televisor de la sala y todos se sientan con su plato de comida, algo que se ha convertido en una tradición familiar.
Hamburguesas, sándwiches, bistés de res al carbón, camarones flameados, filetes de pescado… desfilan ante los ojos fascinados de los García, que apuran el arroz con picadillo o la sopa de vegetales, como si estuvieran engullendo aquellos manjares de la tele.
El “García americano” todavía no ha enviado un dólar a la familia, solo el DVD.
Los previsores García de la isla han hecho copias, por si las moscas, para tener su sueño garantizado. El absurdo no les preocupa.