LA HABANA, Cuba.-Desde hace meses se ha transmitido periódicamente dentro del Noticiero Nacional de Televisión un espacio llamado “Cuba dice”, donde se tocan someramente algunos de los problemas que afectan a nuestra población.
Este 4 de febrero, en dicho espacio se trató el tema del fondo habitacional de La Habana y la construcción y distribución de viviendas a damnificados y albergados. Muchas de las familias “beneficiadas” llevaban más de veinte años esperando por una casa decorosa donde vivir. Sin embargo, en el reportaje vimos que los apartamentos no estaban listos, y aun así se los entregaron para que cada uno los terminara por esfuerzo propio, que no es más que comprar los materiales y pagar la mano de obra de sus bolsillos. Algunos damnificados señalaron que con sus salarios no podrían, por lo que debían pedir crédito.
En este reportaje no solo se pone de manifiesto la grave situación de la vivienda, sino también la crisis que atraviesa el sector de la construcción, bien sea por la falta de personal calificado, por la baja calidad de los materiales o por el poco nivel de exigencia de los responsables de ejecutar dichas obras.
Un ejemplo de esta desastrosa situación lo tenemos en nuestra barriada de Lawton, en la obra edificada en el área donde hace unos años estuvo ubicado el matadero Julio Antonio Mella, en las calles Concepción y 18, y que fue incluida en el reportaje de la televisión. Escuchamos al ejecutor (el jefe) de esta obra decir que hubo atraso en la terminación porque no entraban a tiempo los recursos fundamentales, y se refería a los áridos.
Lo que no dijo es que el atraso también fue consecuencia de un mal trabajo, que provocó que hubiera que desmontar uno de estos edificios y replantear el otro. Cierto día, un vecino del lugar, me comentó: “No sé lo que pasa ahí, que ya tenían dos pisos montados y de pronto los desbarataron. Le pregunté a un constructor y me dijo que los paneles estaban mal montados y el edificio, por tanto, desalineado”.
En el 2010 comenzaron los trabajos para hacer en estos terrenos diecisiete edificios de cuatro plantas con ocho apartamentos cada uno, pero solo se han hecho dos. Escuchábamos decir que los dos primeros tendrían una habitación de estudio porque eran para médicos internacionalistas, y que algunos de ellos ya habían pagado sus apartamentos. Pero cuando los terminaron, se los dieron a albergados.
Estos dos edificios tienen los pisos de cemento, los baños no están azulejados y ya las cubiertas se les filtran. Algunos constructores afirman que esto se debe a que son prefabricados, y como están construidos a unos veinte metros de la línea del tren, las vibraciones producen rajaduras en las uniones de los paneles.
Me comentaba un vecino, albañil jubilado, que la ubicación de estos edificios cerca del ferrocarril le hace recordar las famosas casitas de bajo costo construidas allá por el año 2000 en las que comenzaron a utilizar un invento al que llamaron “cemento romano”, que no tenía resistencia y las casitas se fueron cayendo en poco tiempo.
En el mismo reportaje, sin embargo, el director provincial de la Unidad Inversionista de la Vivienda afirma que no hay dificultades con los materiales para las construcciones. En ese caso, es necesario preguntarnos si es que en el sector de la construcción la indolencia va desde la cubierta hasta los cimientos.