LA HABANA, Cuba. – ¿Cuál es el sabor más famoso de Coppelia? Los cubanos de antaño podrían tomarse un tiempo y pensarlo. Los cubanos de hoy responden más fácilmente: Amargo.
La Heladería Coppelia, uno de los monumentos íconos de la ciudad habanera, ubicado en calle 23 y J, Vedado, municipio Plaza de la Revolución, es la mayor distribuidora de helados de la capital.
Desde su inauguración, el 4 de junio de 1966, se convirtió en referente de buen gusto y calidad en sus ofertas gastronómicas, pero sobre todo por la exquisitez de sus helados, de los cuales llegaron a ofertarse hasta 26 sabores.
Sin embargo, en los últimos años el servicio gastronómico y la calidad de las ofertas comenzaron a declinar, hasta que en la actualidad, a duras penas, puede conseguir mantener la oferta de cinco sabores, con una calidad que deja mucho que desear.
Ramón García Plegui y Diana María Marín, una pareja de jóvenes de 26 y 24 años, respectivamente, que acostumbran visitar con frecuencia la instalación, ofrecieron su testimonio sobre lo que ellos consideraron el “deterioro progresivo de un símbolo”.
“Yo nací aquí en el Vedado –nos cuenta Ramón-, y vengo a este lugar desde pequeño. Entonces, yo recuerdo que podías encontrar hasta 10 o 12 sabores diferentes, con una calidad inmejorable. Las bolas eran grandes y compactas; y el servicio, de excelencia”.
Diana María, por su parte, expresó que “es cierto, porque yo también soy de aquí del vedado y me acuerdo que años atrás todo era diferente. Ahora, este lugar es una caricatura grotesca. El servicio es pésimo. Nosotros llevamos casi una hora esperando para entrar. Y una vez adentro te encuentras con la mala cara de las dependientes y su maltrato. Las bolas de helado no pueden ser más pequeñas, y cuando le das la vuelta están huecas; es decir, son como un carapacho revestido con mucho hielo. Vamos, que lo que te estás comiendo es un durofrío (refresco congelado) casero”.
Nicolás Sarmiento, otro joven de 32 años, quien se define como un “fanático” de esa zona del Vedado, mostró su descontento por lo que consideró una “pérdida de la representatividad cultural” de la Heladería Coppelia.
“Mira, este lugar no sólo era un centro donde podías venir a disfrutar del mejor helado, sino también un punto de encuentro y reunión de artistas, cantantes, músicos y fanáticos del arte y la cultura. Ahora, te puedes olvidar del Buen helado, y el ambiente se ha deteriorado mucho. Esto parece más una Unidad de policía bajo las estrellas; porque la presencia de guardias uniformados y vestidos de civil es muy fuerte. Te sientes como acosado.
Conversamos con el custodio de una de las entradas laterales a la heladería, quien prefirió no revelar su identidad para no comprometer su trabajo.
Según este custodio, “si quieres resolver un buen helado, tienes que pagarlo por ‘la izquierda’; tú sabes, comprárselo a los que controlan la distribución a los diferentes puntos de venta dentro del complejo de heladerías que conforman todo el centro. Es el cuento del nunca acabar. Todo el mundo tiene necesidades, y en esa carrera detrás del dinero los más perjudicados son los consumidores. Y los que deben velar porque eso no ocurra son los que más se enriquecen, ¡Esto no hay quien lo pare!”.
Julio Díaz Fuentes, un trabajador del cine Yara, ubicado frente a la heladería, se refirió a las deficiencias del Coppelia como un fenómeno causado por la discriminación.
Díaz Fuentes considera que “el gobierno necesita garantizar los productos de mayor calidad, y las mejores ofertas, para los turistas extranjeros. Nunca será lo mismo el helado que se vende en Moneda Nacional que el que consumen los extranjeros, pagándolo en divisa.
¿Qué ocurre cuando el servicio y los productos que se ofertan van dirigidos al turismo extranjero?, pues que todo es diferente: El trato, el servicio, el personal y la presencia de las instalaciones. Esa es la realidad. Los que pagan con la moneda dura, son los que pueden recibir el servicio suave.