LA HABANA, Cuba.- Llegar a la tarima de los agromercados estatales, donde se despachan las cuotas de papas, es cada vez más difícil.
El tumulto y los especuladores son un obstáculo insalvable. Lo más común es irse con las manos vacías o comprar las papas en el mercado negro, con el gravamen correspondiente. Una bolsa de 4,5 kilogramos que cuesta 10 pesos (del salario nacional) se cotiza al doble en las esquinas y los portales de la ciudad.
La crisis de las papas tiende agudizarse a causa de las pobres cosechas. Según el semanario Trabajadores, “el incremento de los costos de los insumos en el mercado mundial, conllevaron la drástica reducción de las siembras en la actual campaña”.
Las altas temperaturas y la falta de agilidad de algunos productores para resolver los problemas que se presentan en los campos, se añaden a los motivos del decrecimiento.
Lo cierto es que las justificaciones aparecen como naipes bajo la manga de un prestidigitador. Algo que rechazan de plano los desesperados clientes.
-Lo que no hay es vergüenza. Siempre tienen un cuento para engañar a los bobos. ¿Hasta cuándo vamos a soportar a esos carcamales? .Mientras viven como ricos, nosotros seguimos en esta miseria-, decía malhumorado un señor de mediana edad, en medio de una multitud en disputa por las papas.
Enconadas discusiones y reyertas son parte de un ambiente en el que se impone la ley del más fuerte. Frecuentemente es necesaria la presencia de la policía para mantener el orden.
-Al que se me cuele delante, lo voy a hacer un número ocho (golpear sin piedad). Así que miren a ver, porque no entiendo con la comida de mis hijos-, advertía una mujer con un trozo de palo en la mano y con intenciones de llevar su amenaza hasta las últimas consecuencias, en las afueras de otro establecimiento también atestado de sudorosos clientes.
No solo vagabundos y malandrines hacen su agosto al amparo del caos. Administradores y dependientes tampoco pierden oportunidades de sacar la mercancía por la puerta trasera y venderlos al mejor postor.
En estas circunstancias, el éxito depende de una mucha paciencia, buena suerte o el uso de la fuerza. Marcharse con un sonrisa, es la excepción de la regla.
Aunque finalmente se puedan conseguir las añoradas papas, hay poco que celebrar después de haber esperado varias horas bajo el sol, entre empujones, golpes, gritos y groserías impronunciables.
El artículo publicado en el órgano de la Central de Trabajadores de Cuba, bajo el título Añoranza por la papa ,fue enfático al enunciar que “la papa no alcanza para todos”. Al conocer la afirmación se infiere que hay que entrenarse mejor para la contienda.
Evitarse esos sofocones tiene su precio y no todos los cubanos pueden pagarlo.
-Estoy obligado a meterme en la jauría. Quisiera comprársela a los revendedores, pero eso es imposible. Tú sabes que la jubilación aquí es una basura-, me dijo un anciano, residente en el municipio Centro Habana, que pudo llegar a la tarima después de dos horas de espera.
-Fue un día de perros, todavía me duelen las piernas. ¡Y pensar que pronto tendré que volver al combate!-, agregó finalmente.
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