LA HABANA, Cuba. — Hace pocos días fueron noticia los criterios de algún que otro lector del periódico Juventud Rebelde sobre la necesidad de incluir el pluripartidismo en el proceso eleccionario cubano, o sobre la conveniencia de que nuestros caciques sean elegidos a través del voto de la gente en escrutinio libre. En verdad habría que ser no ya extranjero sino extraterrestre para no pillar el timo. Los boniatales no pueden dar calabazas, e igualmente antinatural es que en un periódico pagado y controlado por una dictadura renuente a dejar el poder se defienda el pluripartidismo y las elecciones libres, como no sea para ensalivar la bola.
No obstante, es de agradecer que nuestra prensa oficial –la más aburrida del planeta–, aparezca adornada ahora con este tipo de tinte gracioso. Por lo menos las cartas de los lectores están infiltrando una pizca de objetividad entre tantas páginas dedicadas a la ficción de logros productivos y héroes de la patria. Es algo que, además, algún beneficio social debe traernos. Por ejemplo, a los vecinos de la cuadra donde recogieron al fin la basura gracias al concurso de la sección Acuse de recibo, de Juventud Rebelde; o al lector de Mayarí al cual el periódico Granma tuvo a bien extender una consoladora respuesta acerca de su inconformidad con que eliminen la libreta de racionamiento.
Los dirigentes menores e intermedios también deben reconocer la ayuda que les está brindando la prensa, puesto que ahora tal vez no necesiten ya pasarse la vida en reuniones para diseñar sus planes quinquenales. Basta con que lean el periódico cada mañana para enterarse de las roturas que deben arreglar o de las más sonadas irregularidades en sus producciones o en el servicio de sus establecimientos. Luego, le dictan a la secretaria una combativa y justificadora carta de respuesta para los lectores y así queda revolucionariamente zanjado el asunto.
Conste que la producción de cartas y comentarios de lectores, así como la de respuestas de los dirigentes, disfruta de un glorioso auge, igual que la producción de viandas en el noticiero de televisión, o, bueno, quizás no tanto. De cualquier modo, es un hecho que en esto de la participación de lectores en los periódicos oficialistas, la moral no será alta pero es abundante, como diría La Lupe.
El 14 de marzo del pasado año, cuando la sección Cartas a la Dirección, de Granma, cumplía seis años, dio cuenta sobre 64 respuestas ofrecidas por 38 organismos a 317 opiniones de lectores. No sería un récord pero es un buen average. Del total de las respuestas, el 31 % se concentró entre octubre y diciembre de 2013, lo cual evidenciaba, según Granma, “una posible mayor comprensión a la atención a la población que escribe a los medios de prensa…”.
Sólo les faltó anotar que tan ridículas estadísticas conforman una prueba de la superioridad de nuestra democracia participativa con respecto a todo el resto del mundo.
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