LA HABANA, Cuba -A través de una nota oficial de las autoridades cubanas, el sistema informativo de la TV, nos informó que el fantasma de la corrupción volvió a gravitar sobre el sistema de educación nacional. Este flagelo, ya no tan fantasmal en los ámbitos docentes cubanos, ha golpeado una vez más el proceso de exámenes de ingreso a la educación superior.
Según informa la mencionada nota oficial en la misma tarde del pasado día 6 de mayo, comenzaron a llegar informes que indicaban que manos inescrupulosas habían filtrado el examen de matemáticas aplicado ese mismo día. Como es de esperar, la “filtración” provoco que un número indeterminado de alumnos conocieran de antemano el contenido del examen.
Como los exámenes de ingreso no son líquidos, ni están custodiados en los techos mal construidos de los inmuebles que edifica el Estado cubano, resulta fácil discernir que cuando hablamos de “filtración” queremos decir que algún funcionario cuidadosamente escogido y confiable se robó los exámenes para entregarlas a través de “acciones lucrativas” a los alumnos “beneficiados”. El rumor público fija en doscientos CUC el precio del codiciado exámen, a la sazón paso imprescindible en el muy difícil camino hacia las aulas universitarias.
En realidad no sabemos si este hecho vuelve a consagrar la división de los cubanos entre dos grupos definidos, a saber los transgresores —en este caso ladrones— y chivatos (soplones) o si la lógica elemental levantó justificadas sospechas ante el desproporcionado número máximas calificaciones.
Tal vez una combinación de ambas cosas desató las investigaciones y las medidas informadas por la nota oficial. Inmediatamente fue cambiado el contenido de los exámenes de español e historia programados en los días subsiguientes, fue además anulado el resultado del examen de marras en la provincia de La Habana y reprogramado para el lunes 26 de marzo. La información también habla de tres profesores de preuniversitario implicados, sin brindar más detalles.
Como es de esperar la nota concluye con un discursito sobre “el prestigio del sistema educacional cubano defendido con honestidad por la inmensa mayoría de nuestros maestros y profesores” y con la promesa de que hechos como este no quedaran impunes.
A estas alturas poca importancia tienen los detalles del penoso asunto, ni el justificado estado de desazón de padres y alumnos que con ingente esfuerzo lograron buenos resultados sin necesidad de fraude, ni el resultado de las investigaciones, de las que tal vez nunca sepamos más nada —como sucedió con el siniestro en la estación de gasolina de la ciudad de Santiago de Cuba o el affaire del barco norcoreano lleno de armas cubanas sorprendido en el canal de Panamá— o la vacía retorica moralizante de las autoridades cubanas.
A estas alturas los ciudadanos de esta Isla sabemos que el hecho no es más que un nuevo episodio visible de la enorme saga de corruptelas que hacen metástasis en todo nuestro cuerpo social, incluidas zonas y espacios tan delicados como la policía, la aduana, el sistema judicial y penitenciario, los servicios de inmigración y extranjería, los más diversos enclaves comerciales estatales o los órganos encargados de la distribución de viviendas.
Particularmente grave y preocupante resulta la situación del sistema educacional, durante más de un siglo modelo de ética y excelencia. La “filtración” de hace unos días no pasa de ser una normal manifestación del ambiente de corrupción docente que ha puesto precio a exámenes y cursos completos, fenómeno que hace mella profunda no solo en el aprovechamiento académico y las potencialidades intelectuales de los educandos, sino también en las referencias éticas de niños y jóvenes, quienes comienzan a ver como normal la mala práctica que se ha convertido en lamentable tabla de salvación económica para maestros y profesores, cuyos esfuerzos laborales son realmente muy mal pagados.
Los gobernantes cubanos no cesan de vanagloriarse de la excelencia y la pureza de sus banderas propagandísticas, la salud pública, el deporte “revolucionario” y la educación, mientras diezma el sistema de atención médica cuando vende barato la fuerza de trabajo de decenas de miles de médicos y técnicos de la salud, se desata el escándalo de la inclusión fraudulenta de un destacado pelotero cubano en la Liga Mexicana de beisbol y se filtra una vez más un examen de ingreso.
No será con represión ni con declaraciones de dudosa voluntad moralizadora como se podrán evitar nuevos casos de resquebrajamiento de la ética profesional y la disciplina social. Lo más preocupante es que las autoridades cubanas no parecen estar preparadas ni dispuestas a reconocer sus responsabilidades históricas y políticas como causa esencial de los traumas y deficiencias que padecemos.
A fin de cuentas tanta intolerancia y descarnada represión solo han generado la atrofia estructural y moral que produce los bochornosos fenómenos que complican el presente y comprometen el futuro.