LA HABANA, Cuba. -El gobierno de Raúl Castro puso fin al antieconómico y voluntarista plan de las Microbrigadas, que se ocupaba de construir edificios con mano de obra procedente de diferentes centros de trabajo, y cuyos apartamentos, en asamblea, se otorgaban a los que tuvieran más “méritos laborales”.
Para intentar darle solución al crítico problema de la vivienda, convirtieron los antiguos rastros, donde se vendían a precios subsidiados los materiales de la construcción, en establecimientos dirigidos por el Ministerio de Comercio Interior, que venden esos materiales a precio de mercado.
De esta manera, el gobierno se quitó de encima la reparación y construcción de viviendas.
En el país hay cinco fábricas de cemento y decenas de otras para hacer bloques, losas, ladrillos, mosaicos, azulejos, muebles sanitarios, tejas de diferentes tipos, herrajes, cabillas, alambrón, y canteras que producen arena lavada, gravillas, piedra, polvo de piedra, recebo.
Ante problemas con el abastecimiento a puntos que venden estos materiales, los directivos de la Industria de Materiales de la Construcción los atribuyen a la falta de trasporte. Aseguran que se ha logrado cierta mejoría en las entregas, pero son insuficientes, dado que no logran cubrir la alta demanda y esto da lugar al encarecimiento de los materiales en el mercado informal.
En el caso de un material tan importante como la arena, desde enero su producción ha estado por debajo del plan. Se atribuye la merma a problemas tecnológicos. El Estado vende el saco de arena a 68 centavos de dólar, pero es insuficiente la entrega ante la alta demanda. Los únicos que tienen arena son los revendedores, pero hay que pagarles el saco entre 1.60 y 2.40 dólares.
La irregularidad en la entrega de los materiales de la construcción origina grandes ganancias a los revendedores. Cuando llegan los materiales, estos traficantes lo compran en grandes cantidades y luego, cuando escasean, los ofertan a precios 3 y 4 veces por encima del que lo vende el estado. Los que tienen dinero los compran, pero los que dependen del subsidio, no pueden.
El déficit de viviendas es uno de los mayores problemas que tiene el país. Se necesita construir más de un millón de viviendas. Se requiere construir entre 60 000 y 70000 vivienda anuales, pero el pasado año se edificaron solo 16 000.
Solo en La Habana se necesitan 28 000 viviendas para solucionar el problema de las 5 461 familias albergadas.
De acuerdo con el censo de población del año 2012, en Cuba existen 19 095 habitaciones de cuarterías, 86 281 bohíos de yagua, tablas de palma y techo de guano, 12 426 viviendas construidas en zonas periféricas, sin las mínimas condiciones higiénicas, edificadas con materiales de desechos, como cartón, fibrocemento y planchas metálicas, y 1 718 vagones de ferrocarril, contenedores y trailers convertidos en viviendas.
Del total de casas y edificios de apartamentos, solo la mitad tiene techo de placa u hormigón. La otra mitad más 108 000 viviendas en estado extremadamente precario son muy vulnerables ante fenómenos naturales. Ejemplo de ello fue el efecto destructivo del huracán Sandy cuando pasó por Santiago de Cuba.
La situación de la reparación de las viviendas se torna en extremo grave. Principalmente en la capital, millares de personas viven en edificios que por su deterioro están declarados inhabitables. Muchos están en peligro de derrumbe, pero en ellos viven hacinadas las personas, porque la familia creció y con 20 dólares mensuales de salario no se puede disponer de dinero para comprar materiales de construcción a los altos precios que los venden los revendedores.
Para darle un vuelco a esta situación, se requerirá estabilizar la producción y recuperar las capacidades productivas a partir de la reconversión tecnológica y la inversión extranjera. Solo así se podrá garantizar los materiales a la población, particularmente a los que los compran con subsidios.
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