LA HABANA, Cuba — (Cuba Sindical) Karla Machado, vendedora de ropas tenía su mesa en un portal de la capitalina avenida Reina. Se creyó arruinada, pero pensó diferente a otros vendedores que devolvieron la licencia comercial, sin esperanzas de revertirse la situación. Mientras inspectores estatales endurecían la arremetida, Karla se dijo: “Esperaré”.
Tuvo razón. Meses después de la estricta prohibición fue suavizada por protestas de cuentapropistas que quedarían sin trabajo, lo que tampoco convenía al gobierno que acababa de eliminar más de medio millón de empleos y tendría que reubicar o dar asistencia a miles antes cesanteados. Pesado fardo improductivo.
Lo mismo ocurría con la licencia titulada Producción y Venta de Enseres Menores y del Hogar que prohíbe comerciar artículos manufacturados, de producción estatal o de importación.
Pero todo los prohibido ahora se puede obtener a sobre precio en venta encubierta, medio tolerada, bajo diferentes trucos de presentación de las mercancías, sobre todo de manufactura extranjera o que formen parte de la red comercial estatal.
Entre los subterfugios ilegales está introducir ropas y calzado de marca (extranjera) y otros géneros en la red comercial estatal en complicidad con trabajadores estatales de esas tiendas y almacenes; ventas ambulatorias en viviendas con mercancías ocultas; sustituir las etiquetas de marcas originales extranjeras de ropas, zapatos y otros muchos géneros por otras con la Firma autorizada del cuentapropista
Géneros que se introducen en Cuba mediante “mulas” y el servicio de paquetería postal, principalmente.
Muchos, especialmente mujeres, cambiaron de oficio cuando el gobierno prohibió la venta de ropa y enseres del hogar industriales. El régimen aducía no sin razón pero tampoco con justicia que la licencia no amparaba la actividad comercial porque las licencias de trabajo son como modista o sastre, solo para arreglos, no confección, por lo que se convirtió la venta en delito punible.
Prohibición absurda. ¿Por qué la licencia de sastre y modista no incluye venta? O, ¿por qué no conceder licencia para confección, venta o reventa de ropas? Y artículos para el hogar, obtenidos por el cuentapropista a precios razonables en almacenes mayoristas, prometidos, pero no cumplido por el gobierno.
El régimen se hizo de la vista gorda por casi cuatro años sin atacar. ¿Inspectores de la Oficina Nacional Tributaria (Onat) estuvieron tan ciegos frente al delito generalizado, que hubo que cortar de raíz?
La justificación del operativo policial la dio la empleada de una shopping (tienda dolarizada estatal), ingeniosa combinación de las palabras trapos y shopping: “Nuestras ventas habían disminuido alrededor del 40%. No se podía tolerar las trapishopping. Hubo que actuar”.
Estudios sociológicos coinciden en que cultura e identidad nacional tienen expresión en el vestir de cada época. Pero ¿puede existir auténtica expresión al vestir si no existe posibilidad de elección? ¿Puede haber elección al vestir si por caprichos oficiales no existe variedad de elección?
Falta de elección e imposición que hace recordar la Revolución Cultural (?) de Mao Tse Tung que obligó a la población a vestir de entero kaki como símbolo de pobreza y contra actitudes burguesas.
En Cuba se intenta imponer el uso de la guayabera como auténtica prenda de vestir desde la colonia, hoy adoptada como ropa oficial protocolar del gobierno. Hasta se fundó el Museo de la Guayabera, en Sancti Spíritus, región originaria del uso de esa prenda de vestir.
La Trapishopping es preferida por mejores precios, calidad, variedad, moda, frente al monopolio estatal con prototipos de ropa y calzado que parecen uniformes o presentan mala calidad.
El Estado otorgó licencia comercial desde 1989 para algunos oficios. Pero robos en almacenes y tiendas estatales o re-venta que encarecen los productos llevó al gobierno a actuar. El problema se les fue de control, quiso meter en cintura a las trapishopping y de paso mediante monopolio imponer prototipos de moda ortodoxos, restringiendo la libertad de elegir.
Pero hasta cierto punto fracasó porque llevó ese comercio prohibido a la clandestinidad. Las ventas ilícitas continúan con disimulada legalidad, favorecido por la gente que quiere vestir a su gusto.