LAS TUNAS, Cuba. – “¿Me prestas un puñado de frijoles?”, preguntó una amiga a otra. “¡Frijoles!”, exclamó la aludida.
Más de 131 mil hectáreas de tierras mantenidas ociosas por el Estado fueron entregadas en usufructo a poco más de 14 mil personas en la provincia Las Tunas. Pero de este número, sólo el 84% de ese terreno usufructuado es cultivado.
Otras 108 mil hectáreas aún en poder del Estado permanecen sin que nadie muestre interés por ellas. ¿Con qué cuenta el agricultor para cultivar la tierra solicitada?, es la interrogante de rigor que los funcionarios de la Agricultura le hacen a los solicitantes de tierras baldías.
Machetes, hachas, azadones, picos, palas, algún que otro arado de vertedera y acaso una yunta de bueyes es lo que suelen reportar como instrumentos los aspirantes a campesinos. Es muy raro que algún campesino reporte la posesión de un tractor como su instrumento de trabajo, pero aun así, se espera que estos campesinos produzcan alimentos en cantidad suficientes como para abastecer el país y sustituir importaciones.
Aún el Estado no posee maquinaria en cantidad y calidad suficiente para poder venderles a los agricultores o para poder garantizar la seguridad alimentaria de la población cubana según los estándares de las Naciones Unidas. Brasil, China, India, Venezuela y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, (FIDA) de Naciones Unidas le proporcionan al gobierno cubano créditos para adquirir tecnologías y maquinaria necesaria para la agricultura, pero no es suficiente, pues la agricultura cubana esta en tal estado de parálisis que se necesitan también de inversiones extranjeras para que se comience a ver un progreso.
Según declaró a medios oficiales el ingeniero Rigoberto Muñoz Martínez, director de Inversiones del Ministerio de la Agricultura, (Minag) esos créditos han permitido adquirir 125 tractores y 157 cosechadoras destinados al Programa de Arroz; 120 tractores para el Programa de Viandas, Hortalizas y Frutales y 15 tracto-acopiadores, 6 buldóceres, 5 cargadores frontales y 4 motoniveladoras para el sector forestal.
Distribuidos a nivel provincial, todos estos equipos no son más que los instrumentos que una empresa agropecuaria media en cualquier país desarrollado posee. “Nuestro territorio ya cuenta con 9 tractores, 6 cosechadoras, 3 carretas, 4 fumigadoras integrales y 3 de arrastre que se destinaran a la Empresa Agropecuaria de “Jesús Menéndez” y a la Empresa de Granos de la provincia”, le comentó a medios locales Arisbel Pupo Guerrero, subdelegado de la Agricultura en Las Tunas.
El plan de inversiones para 2015 con el que el Ministerio de la Agricultura pretende despegarse de su obsoleta maquinaria es de 536 128 000 pesos. Una cifra irrisoria a los precios actuales de la maquinaria agrícola moderna si realmente se pretenden sustituir importaciones produciendo alimentos para poco más de once millones de habitantes, un número superior a los dos millones de turistas y algunos cientos de miles de visitantes extranjeros no vacacionistas.
Cuando uno examina el estado de la agricultura en países como los Estados Unidos, uno se percata del aldeanismo con que se trata el tema de la agricultura en Cuba. Una grada de 18 500 libras de 2014, por ejemplo, con 84 discos escotados y control de profundidad electrónico para laboreo mínimo, que requiere ser operada por un tractor de 400 hp o más, pero en cada pasada deja lista para la siembra una faja de terreno de 37 pies, cuesta $ 96 000.
El tractor ideal para remolcar esta grada, un Case IH modelo Titán 4530 del año 2014 y 415 hp cuesta $ 340 000. Y normalmente para plantar el terreno se usan sembradoras de entre $ 57 000 y $ 73 000.
Para combatir plagas, enfermedades y malezas, compañías como la SnowTractor promociona, con financiamiento disponible, tractores-fumigadores de 2005 en $ 50 500. “Con esta maquinaria ahora hacemos en un día lo que antes en una semana”, me dijo Bob, un mecánico de Houston, Texas.
Estos seis equipos suman una cifra cercana al millón de dólares, pero esta inversión primera es lo de menos. Es de más importancia, que sólo seis operadores en el campo mantienen cientos de empleados en la industria y el comercio produciendo miles de toneladas de alimentos. Valga decir, que estas seis maquinas hacen innecesario que alguien tenga que preguntar: “¿Me prestas un puñado de frijoles?”