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MAYABEQUE, Cuba. – Los vendedores ambulantes han crecido en número y ofrecen variedades de productos en la provincia Mayabeque. Los altos impuestos y la carencia de una red mayorista donde los trabajadores ‘cuentapropistas’ puedan adquirir los insumos necesarios han hecho quebrar muchos negocios como cafeterías y restaurantes.
En cambio, la venta ambulante se ha convertido en una buena opción para sobrevivir, debido a que los impuestos son mucho más bajos (unos 60 pesos mensuales). Los cubanos construyen y preparan estos carretones y bicicletas improvisadas para poder trabajar y ganarse la vida, les añaden megáfonos con grabaciones de pregones anunciando los productos que venden y reproduciéndolos a todo volumen por las calles.
José Luis Hurtado, vendedor ambulante de dulces en la Provincia Mayabeque, nos comentó. “Yo mismo construí mi carretilla con una bicicleta y algunas planchas de metal. Tardé como 3 meses pero gracias a esto puedo vender por las calles y alimento a mi familia. Anteriormente tenía una pequeña cafetería en mi casa, pero tuve que cerrarla porque las pocas ganancias que dejaba mensualmente las tenía que emplear para pagar los impuestos (unos 1500 pesos mensuales). En cambio, con mi bicicleta modificada recorro en un día hasta dos zonas aledañas a mi municipio. Hace aproximadamente un mes fui diagnosticado con cáncer de garganta, por eso empleo una grabación y el megáfono para pregonar y así no seguir afectando mis cuerdas vocales”.
Para algunos discapacitados físicos, vender de forma ambulante es la única opción. Ellos convierten sus sillas de ruedas en tiendas ambulantes para ganarse la vida.
“Yo mismo elaboro las galletas saladas para luego vender, también vendo bolsas de nylon y confituras. La pensión que me da el gobierno no me alcanza ni para pagar la electricidad. Estoy solo y si no hago esto no podría ni comer,” nos comentó un vendedor ambulante que usa su silla de ruedas para vender algunos productos en el municipio Bejucal. No quiso revelar su identidad.
Otro vendedor, éste de granizados, que prefirió permanecer en el anonimato, nos contó: “Una de las grandes ventajas de ser un vendedor ambulante es que te puedes desplazar con facilidad y si tu vehículo es rápido y ligero como el mío puedes escapar rápidamente de la vista de los inspectores y policías, que no nos dejan vender en lugares determinados como las puertas de las escuelas o los parques. Siempre andan pidiendo sobornos para no multarnos”.
Los trabajadores por cuenta propia no poseen una tienda ni almacén mayorista privado donde puedan adquirir los productos que venden. Los insumos o artículos los deben comprar la mayoría de las veces en las mismas redes minoristas del Estado y posteriormente revenderlos o usarlos para elaborar sus productos, lo que provoca escasez de algunos insumos en las tiendas estatales.
“El Estado simplemente nos dio permiso para vender y solo por eso ya nos cobra altos impuestos. No existe ninguna facilidad de compra en las tiendas estatales ni otra empresa mayorista donde nosotros podamos adquirir los insumos. Las ganancias de ellos se multiplican porque todo lo que necesitamos lo compramos en sus redes minoristas y luego, como en los tiempos de la monarquía, tenemos que dar el tributo al rey. A Veces la mayonesa y la mantequilla o el queso faltan en las tiendas estatales,” nos comentó Ángela Fernández, vendedora ambulante de panes y refrescos. Su carretilla la construyó su esposo.
Estos emprendedores han inundado las calles de la Isla, a pesar de que está prohibido vender en lugares específicos como escuelas, algunas salidas de centros de trabajos y parques públicos. Los carritos empleados para esta actividad son la gran mayoría de tracción humana e inventados y adaptados por los propietarios para desempeñar estas labores. Los pregones con megáfonos se pueden escuchar a más de 500 metros. Un vendedor ambulante recorre arrastrando su vehículo cargado unos 3 km diarios. Otros recorren una mayor distancia ya que operan hasta en dos municipios de una misma provincia en un solo día. Desde el 2010 el gobierno busca alternativas para más de medio millón de empleados que están excedentes en sus puestos de trabajo, pero el fuerte sistema tributario ha llevado a la quiebra a muchos pequeños negocios.