LA HABANA, Cuba. – Reinaldo Cruz, natural de Manzanillo y residente en el barrio habanero El Calvario, fue deportado de Estados Unidos a Cuba en el año 2011. Hoy se pasa el día entero borracho en la playa, sobreviviendo de las regalías que le dan los bañistas, robando al descuido, o relatando sus fechorías de cuando habitaba en la ciudad de Orlando.
Otro deportado, Bernardo Muñoz, está también desempleado y con igual pinta de vagabundo. Sobrevive en Jaimanitas de manera parecida: “Yo entraba como una flecha en mi lancha rápida desde Estados Unidos, a buscar personas por diez mil ‘fulas’… ahora mírame… sin un peso para comprarme un pan.”
En una de sus incursiones fue capturado por guardafronteras y sancionado a diez años de privación de libertad. Debido a la mala alimentación y las golpizas en las prisiones de Villa Clara, Manacas y el Combinado del Este, perdió los dientes, el pelo, y lo agarró la artritis. A pesar de estas calamidades confiesa amar a Fidel Castro y lo llama: “mi padre.”
“Papá no debe fiarse de nadie, ni siquiera de Raúl. Solo puede confiar en ‘Los Cinco’, que sí están probados… ¡de ahí en fuera, en más nadie…!” Deja la conversación a un lado cuando detecta una pareja que llega a la playa. Estudia la escena, se acerca sigiloso, comienza a socializar buscando sacar algún provecho.
Estas escenas y otras similares se reproducen a lo largo de la Isla. Sus actores son individuos que vivieron en Estados Unidos y por diferentes razones fueron deportados para Cuba. Durante la administración Reagan, en 1984, se firmó el acuerdo de devolver a la isla a 2746 cubanos, los llamados “excluibles.” Muchos de estos excluibles participaron en los motínes de Fort Chaffee, Arkansas, en 1980, y de Atlanta, Georgia y Oakdale, Louisiana, en 1987.
De esa cifra, 1999 ya han sido devueltos a Cuba. En el año 2005, alrededor de 700 marielitos que permanecían encarcelados a pesar de haber cumplido sus condenas tuvieron que ser liberados. Una decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos, prohibió las detenciones indefinidas de personas que no podían ser devueltas a su país de origen.
“Tener en la cuadra a un excluible es un reto”, asegura Diosdado, miembro del partido comunista de la circunscripción Los Pinos del municipio Arroyo Naranjo. “Debemos dedicarle el doble de atención que a otros casos. Hay que reinsertarlos en la sociedad, asimilarlos, demostrar que la revolución es benévola, pero vigilarle cada paso porque son delincuentes potenciales.”
Dos excluibles del reparto Juanelo son Cachulo y El Meta, sacados de las prisiones en 1980 mientras cumplían sanciones y enviados a Estados Unidos por el puerto de Mariel. Se envolvieron en el negocio ilegal de la droga: “Pero allá todo estaba inventado. Nos hicieron fufú de plátano, estuve diez años en la prisión de Atlanta, hasta que nos volvieron a mandar para acá”, acotó Cachulo.
Cachulo asegura que puede regresar cuando quiera, porque tiene dos hijos americanos que pueden reclamarlo, pero su compinche le recuerda que “para un deportado es casi imposible regresar a Estados Unidos.”
En Santa Fe, el excluible Emilio es despreciado hasta por su familia. Cuando se emborracha quema documentos oficiales: libreta de abastecimiento, carnés de identidad, la propiedad de la vivienda…. Ha recibido dieciséis puñaladas, la última en la lengua.
Según el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos, en el año 2014 Cuba se negó a recibir 878 personas declaradas excluibles por los Estados Unidos. En los primeros cinco meses de 2015 ya ha sido rechazados 400. Tal vez la causa de esta negación se deba, al alto número de quejas recogidas en los barrios provocadas por su actitud antisocial.
Actualmente existen en Estados Unidos 34 525 cubanos con orden final de deportación, de los cuales 110 permanecen bajo arresto por motivos de seguridad. Los restantes 34 415 están excarcelados y deben reportarse regularmente a las autoridades de inmigración. Pero estas cifras pudieran ser superiores debido al creciente número de nacionales cubanos que cumplen condenas por delitos graves y que son inmediatamente enviados ante un juez de inmigración para dictaminar su deportación.
No existen indicios de que el tema de los “deportables” cubanos estuviera en la mesa de negociaciones en los encuentros sostenidos en La Habana el pasado enero, y en Washington, el 27 de febrero. Tal vez las deportaciones no sucederán en un futuro cercano por las implicaciones para miles de personas sin vínculos familiares en la isla, y las dificultades que enfrentará Cuba para reintegrarlos a la sociedad.