LA HABANA, 22 de diciembre de 2013/ www.Cubanet.org. — Lejos de ostentar un ambiente colorido en concordancia con las fiestas que se avecinan, como la Navidad y el fin de año, la mayor parte de La Habana muestra un ambiente lúgubre regido por los tres reyes magos más antiguos de la revolución: los derrumbes, los salideros, y los micro basureros.
En la parte no turística de La Habana- su mayor parte- el espíritu navideño escasea. Avenidas, calzadas y calles carecen de una iluminación adecuada, por no hablar ya de luces festivas.
Apenas pueden verse en las cuadras de los barrios pobres de La Habana a alguna que otra casa con luces alusivas a las fiestas de fin de año. Pudiera afirmarse que la ciudad vive un apagón navideño.
Se ha hecho cotidiano levantarnos y encontrarnos con un espectáculo de desechos en cada esquina, con un salidero en cada calle, o con un derrumbe en cada manzana. Ya hace mucho tiempo que en Cuba no sólo existe un comité (CDR) en cada cuadra, sino que también existen esas tres calamidades.
El tema de la higiene pública en La Habana es recurrente. A veces cansa tocar el mismo tema, pero es una realidad con la que vivimos todos los cubanos a diario. De tan cotidiano que se ha vuelto el problema corremos el riesgo de acostumbrarnos a la suciedad, y encima echarle la culpa también al bloqueo.
No importa las veces que se escriba sobre esto, ya sea en la prensa independiente o en la prensa oficial. Parece que esos problemas no tienen solución en el socialismo cubano.
Con tanto teque de reformas y cambios, aún está pendiente la asignatura de mantener medianamente limpia la ciudad. El gobierno es el máximo responsable, aunque en ocasiones se quiera inclinar la balanza más de lo debido al culpar a los vecinos que arrojan la basura fuera de los contenedores.
La mayoría de las veces la gente arroja los desperdicios fuera de los contenedores por la sencilla razón de que ya están llenos.
Esta navidad augura ser una navidad muy sucia, como tantas otras. La mayoría de las calles de La Habana dan pena, y sus edificaciones, miedo.
Este panorama, sin embargo, no afecta a los dirigentes comunistas. En los barrios donde ellos y sus familiares residen estos problemas no existen.
Tampoco creo que a los líderes del gobierno les importe mucho la apariencia que tenga la festividad cristiana. Ellos tienen su propia fiesta sagrada por estos días para conmemorar el 55 aniversario del triunfo de la revolución.
La celebrarán en Santiago de Cuba. Seguro que ya habrán cursado las órdenes para que dicha ciudad permanezca, aunque sea por unos días, alumbrada para la ocasión y con una limpieza impecable para conmemorar no el nacimiento de Jesús, sino el nacimiento de la dictadura.