LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -En una escuela primaria del habanero municipio Plaza, celebraban, el pasado 8 de noviembre, una jornada por la ortografía”. Hasta se habían inventado una de esas consignas que siempre anticipan la banalidad y el seguro fracaso de todas las campañas gubernamentales: “Con ortografía, seremos mejores cada día”.
También inventaron una especie de performance, con niños vestidos de blanco, portando carteles sobre la enseñanza de las reglas ortográficas. Pero aunque me esforcé, no he conseguido traducir al español, ni aun al de Cantinflas, el cartel central de la coreografía, razón por la que solicito la ayuda de algún lector mejor entrenado o más listo que yo. Como puede observarse en la foto, el cartel rezaba literalmente: “Uso de la se en las terminaciones es ense”.
Quizá uno de los escollos más difíciles que deben salvar las escuelas cubanas para mejorar el uso del idioma entre los niños, a pesar de esa campaña que ahora les asigna el régimen -como quien dirige una precipitada operación de guerra-, será meterles en la cabeza a los maestros aquel viejo principio de la sintaxis, según el cual, la palabra no es contenido por sí sola, sino apenas su identificación sonora, el recipiente vació que llenamos con nuestras ideas. De manera que aquello que expresa o que describe una palabra, su modo de transmitir con eficacia el flujo del pensamiento, es lo que le otorga un peso determinante.
Y justo es ahí donde radica para las escuelas el insalvable escollo. Quedó dicho por un ilustre cubano que educar es enseñar a pensar. Pero ya que a nuestros educadores los formaron para que eduquen sin que enseñen a pensar, y puesto que a ellos mismos parece costarles mucho menos esfuerzo hablar que pensar, se muestran generalmente proclives a hablar sin haber pensado antes lo que van a decir. Y luego, para colmo, se lanzan a escribir tal y como hablan.
En una escuela primaria del municipio Boyeros, la maestra de cuarto grado pedía a sus discípulos ejemplos de palabras largas. Una de las alumnas mencionó el vocablo tiranosaurio. La maestra la descalificó, alegando que esa palabra no existe. Pero la niña perseveraba, dijo que sí existe, ya que ella la había visto escrita en los subtítulos de la película Parque Jurásico. A la maestra entonces no le quedó otro recurso que defenderse aduciendo que los tyrannosaurus se extinguieron desde hace muchos años, por eso ya no existe la palabra.
Pues, por lo que se ve, los tiranosaurios no se han extinguido. Solamente cambiaron su rol. Y ahora se dedican a dirigir campañas para mejorar el uso del idioma.
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